domingo, 6 de enero de 2013


Moreno, a la caza de u$s 3.000 M por soja

Guillermo Moreno dará en las próximas horas una orden concreta: antes de que termine marzo, los exportadores sojeros deberán liquidarle al Gobierno unos u$s 3.000 millones, y otros u$s 5.000 antes de mayo. Es dinero que se quiere tener en caja antes que comience lo más difícil del año fiscal, a partir de fines del primer semestre del año y cerca del año electoral. Se trata de los más importantes ingresos que el Gobierno podría obtener de las ventas de soja al exterior durante 2013, y que debe tributar al Ejecutivo el 35 por ciento vía retenciones.
Lo que se busca desde la Secretaría de Comercio Interior de Moreno, y desde su oficina subordinada, la Secretaría de Comercio Exterior de Beatriz Paglieri, es tener dominada rápidamente la variable más favorable de ingresos fiscales del Gobierno vinculada con las exportaciones, que trata simplemente de repetir la experiencia (no del todo positiva, por cierto) que el funcionario pergeñó para 2012 y que le permitió hacia mayo tener en caja el 75 por ciento de las liquidaciones de exportaciones de soja de todo el año. El problema, viendo el final de la película, es que esas ventas fueron concretadas no al mejor precio de cotización de la oleaginosa de 2012, que llegó a un récord de u$s 650 hacia septiembre pasado, sino a valores por debajo de los u$s 550 la tonelada. Para colmo, si los exportadores le hicieran caso a Moreno, el precio de liquidación, de mantenerse los valores actuales, rondarían los u$s 530 la tonelada. Si bien se prevé que mejoren, la verdad es que los valores están lejos de ser todo lo importantes que los productores esperan.
Juega aquí un factor extra en contra de los intereses del Gobierno y de su avidez de dólares para comenzar 2013 con tranquilidad: los silobolsas, que le permiten al productor acopiar granos por más de un año a la espera de obtener el mejor precio posible. Sólo se van liquidando rápidamente, y al valor del momento, para cubrir los costos de la campaña, mientras que el resto puede ser estoqueado para mejores días. Como además se multiplican en los campos y se convierten en imposibles de fiscalizar (no se viola una ley por acopiar porotos de soja), para el Gobierno resulta casi imposible presionar a los productores para que aceleren su liquidación y le permitan ingresar los ansiados dólares de las exportaciones de la oleaginosa.
Esto es lo que permanentemente le explican a Moreno y a cualquier otro funcionario que los llame por teléfono para presionar por liquidaciones rápidas y concretas. Lo que les cuentan las cinco empresas más importantes del país vinculadas a las exportaciones sojeras es que para ellas no habría ningún problema en liquidar rápidamente los dólares que representan el 35 por ciento de las ventas al exterior. Incluso aseguran que debido a su buen crédito internacional, los mejores bancos mundiales están en condiciones de adelantarle a cualquiera de las cinco exportadoras más grandes (Bunge, Cargill, Nidera, Dreyfus y AGD) el dinero que les correspondería cuando se concrete el pago de los compradores (fundamentalmente, China). Pero para que esto suceda, es imprescindible que se sepa cuál es la cantidad de toneladas de soja que los productores argentinos están dispuestos a vender en un momento y a un precio determinado, respuesta que escapa tanto a las cinco multinacionales como al Gobierno.
El silobolsa se puede convertir así en una especie de Cobos contemporáneo. Esto es, un enemigo directo, embanderado además con la idea de la pelea crónica entre el Gobierno y el campo.
Lo que calcula igualmente el Ministerio de Economía de Hernán Lorenzino es que para mayo del año pasado los sojeros habían liquidado unos $ 27.247 millones, lo que representó un 37 por ciento más que 2011. Si se tiene en cuenta una cotización del dólar del cierre oficial del lunes pasado (4,9 pesos), y si los sojeros aceptan liquidar en tiempo y forma, los u$s 5.000 millones necesarios antes de mayo se podrían conseguir. Y si la liquidación creciera un porcentaje similar al de 2012, habría unos u$s 1.000 millones más. El problema cae entonces en el campo, que a su vez depende de su voluntad de venta, que a su vez se relaciona con el precio, por ahora retrasado, de la soja en Chicago.

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