La Facultad de Agronomía trabaja proyectos aplicables y de bajo costo
Isabel Gigli y Mario Calafat trabajan en la Facultad de Agronomía de la UNLPam. Desde hace más de dos años se encuentran desarrollando un proyecto innovador que busca contribuir a la problemática del exceso de suero lácteo que se desecha cada año en nuestra provincia: “en 2016 una consultora realizó un estudio que determinó que se producen entre 25 y 30 millones de litros por año en La Pampa. Entonces además de ser un desperdicio es un problema ecológico-ambiental, porque lo que se tira tiene lactosa, mucha materia orgánica y sales, y derramado en cantidad resulta contaminante”, explicaron.
Gigli es profesora adjunta de la cátedra de Lechería, y Calafat es JTP de la cátedra de Química Biológica. Trabajan en este proyecto junto a Marcos Murcia, ayudante de primera en la cátedra de Lechería.
“Lo que nos interesa es encontrarle usos alternativos al lactosuero, que es el residuo de las queserías. De la leche, el 10% se utiliza para hacer el queso y el resto se descarta. Se desperdicia mucho. Es la única cadena alimentaria que se desperdicia tanto. Hace unos años tuvimos el acercamiento de una empresa privada que hace productos para veterinaria y quería comenzar con productos de nutrición. Entonces empezamos a pensar qué podíamos hacer nosotros, que no tenemos tanta tecnología, y que le pueda interesar a una empresa. Otro de los problemas que tienen nuestras regiones es que el suelo es deficitario de ciertos minerales, entonces los animales son deficitarios de algunos minerales, como por ejemplo el selenio. Entonces encontramos que en Estados Unidos se vendía una levadura enriquecida en selenio que se da como un suplemento mineral, que es mejor que dar el mineral inorgánico. Unido a la levadura, los animales lo comen. Entonces buscamos una levadura distinta que pudiera utilizar el lactosuero como fuente de energía”, comentaron.
La empresa que contactaron los ayudó con la compra de insumos y a traer la levadura que necesitaban de Alemania. Comenzaron con los ensayos, creció el lactouero y lo suplementaron con selenio. “Logramos las levaduras enriquecidas en selenio, y completamos ese trabajo dándoles de comer a terneros. Les hicimos análisis de sangre antes de suministrarles esta suplementación para determinar cuánto selenio tenían, e hicimos más análisis luego de alimentarlos con estas levaduras. Ahí vimos que funcionó, aumentaron los niveles de selenio en los terneros”, recordaron.
Para realizar este trabajo, Gigli y Calafat hicieron una colaboración con la Universidad de San Martín (Buenos Aires), para la producción de la biomasa. Trabajaron junto al Dr. Diego Noseda y Nicolás Gurdo, quienes son coautores del artículo que publicaron sobre este proyecto en la revista “American Journal of Biochemistry and Biotechnology”.
“El selenio es importante tanto para los animales como los humanos. En humanos la falta de selenio se asocia al problema de una enzima que es antioxidante. Si hay poco selenio, esa enzima trabaja poco. También es fundamental con todo el sistema tiroides. En los animales ocurre algo parecido. Las vacas con déficit de selenio pueden llegar a tener problemas en el sistema inmunológico. Por eso le propusimos a la empresa esta nueva levadura que tiene muy bajo costo. Respecto al lactosuero el costo es nulo porque es un desperdicio, y un medio para activar este tipo de levadura era mucho más elevado porque es importado también. El medio funcionó y lo único que le agregamos son unas sales y el selenio, que no tiene costo en el proceso completo. Cuando funcionó nos pusimos muy contentos porque cerraba el ciclo, y si bien no es la solución a la problemática del lactosuero, es una propuesta más de un uso de algo que ahora se considera un desecho y realmente se puede utilizar”, afirmaron.
Entre otros posibles usos del lactosuero, también se encuentra la elaboración de etanol, y proyecto en el que está trabajando Marcos Murcia para su tesis de la Maestría en Producción Agropecuaria en Regiones Semiáridas. “Su trabajo de tesis es el cultivo de estas levaduras pero en condiciones anaeróbicas, entonces el objetivo es que genere etanol. Intentamos no centrarnos en una sola posibilidad. Primero porque los millones de litros de lactosuero son inabarcables, y segundo porque al diversificar podemos planear otras alternativas”, manifestaron.
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Cuando decidieron comenzar con este proyecto dos años atrás, Isabel y Mario se reunieron con aquellos que sufren el problema del exceso de lactosuero: “nos juntamos con el intendente de Alpachiri y el viceintendente de Macachín y nos contaron los grandes problemas que estaban surgiendo. Las queserías están muy cerca de los pueblos…. En Alpachiri se interesaron mucho porque ellos habían hecho una evaluación, un estudio de una consultora, para saber cuánto lactosuero en la provincia se podía reutilizar. Esa consultora les dio los valores y les ofreció una solución, que rondaba alrededor de 60 millones de pesos. Por eso insistimos que tienen que ser proyectos de bajo costo económico, el mínimo posible. Es una preocupación de los mismos productores porque los tratan como efluentes y gastan mucho dinero en los tratamientos para disminuir la contaminación”.
Ellos afirman que la mayoría de los productores quieren mejorar los procesos y ser medioambientalmente seguros, pero los costos son muy elevados. “No queremos pensar en cosas extremadamente ambiciosas y con altos costos. Mejor es ver qué tengo, qué sería razonable para que un productor gaste y qué le propongo. Algo simple y que lo puedan implementar si no, no tiene sentido. Queremos demostrar que nuestro trabajo en investigación no es una utopía, y queremos reforzar el vínculo que tenemos con la gente que puede recibir nuestro aporte”, aseguraron.
Los chicos que se suman
Finalmente, Isabel y Mario se refirieron con orgullo a un proyecto de extensión que están realizando desde la Facultad con los estudiantes de 7°año de la Escuela Agrotécnica “Agr. Florencio Ernesto Peirone” de Victorica.
“Otra de las alternativas del lactosuero es la producción de jugos, lo cual se realiza en muchos países. Usan el agua que ya está purificada, porque es la misma que la de la leche, incluso está pasteurizada. Luego se le agrega un saborizante natural o frutas y listo. No hace falta agregarle azúcar, y logramos un jugo que tiene aminoácidos y proteínas funcionales. El lactosuero es contaminante cuando se desecha en grandes cantidades, pero es apto para el consumo. Y en eso están trabajando los chicos de la escuela, en la producción de jugos”.
Los chicos realizaron tres jugos con saborizantes naturales utilizando el lactosuero que les sobra de su propia producción de quesos. “Van a presentar este proyecto en Feria de Ciencias y van a introducir los jugos en el circuito de alimentación saludable de la escuela. Y esos jugos los hicimos de dos formas: uno con el lactosuero tal cual, pero también estamos trabajando con otros que son para las personas intolerantes a la lactosa. Estamos muy contentos porque a los chicos les gustó la idea, hicieron todas las combinaciones y están muy emocionados”.
Para cerrar, se esperanzaron con la idea de poder llevar a la realidad los distintos proyectos en los que están trabajando: “lo que hicimos es a nivel de laboratorio. Ahora queremos escalar un poco más y que sea un producto que cada productor pueda implementar”, concluyeron.
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