jueves, 6 de marzo de 2014

Pagar con tarjeta afuera es más caro que cash


La moda de aprovechar al máximo el uso de los plásticos para sufrir un dólar menos alto al viajar al exterior terminó por perder sentido ayer cuando, por primera vez desde que existe el cepo cambiario, el “blue” se desplomó y quedó por debajo del tipo de cambio turista. La liberación de compra de divisas [...]
La moda de aprovechar al máximo el uso de los plásticos para sufrir un dólar menos alto al viajar al exterior terminó por perder sentido ayer cuando, por primera vez desde que existe el cepo cambiario, el “blue” se desplomó y quedó por debajo del tipo de cambio turista. La liberación de compra de divisas que el Gobierno dispuso parcialmente para los asalariados hace ya más de un mes terminó por hundir el precio del billete en unos $ 2 desde sus máximos, hasta dejarlo en los $ 10,55 para la venta. Simultáneamente, el que cobran los bancos por los consumos en el exterior, agravado por el recargo del 35% que retiene la AFIP, escaló empujado por la escalada del tipo de cambio oficial, hasta los $ 10,65.
Era una meta que había perseguido sin éxito Juan Carlos Fábrega en las semanas previas a la devaluación: reducir la brecha entre el dólar “blue” y el turista a un nivel tan bajo (menos de $ 1) que quienes quisieran viajar al exterior encontraran poco atractivo en usar los plásticos y, por ende, extinguir una de las razones por las que los bancos compran divisas en el mercado cambiario oficial y neutralizar de ese modo la fuga de billetes por esa vía.
Es, al fin de cuenta, la variable que desvela al nuevo presidente del Central: el stock de reservas que todavía puede mantener, en medio de las turbulencias, con un tipo de cambio que se mantenga relativamente estable y no lo vuelva a obligar a provocar peores efectos sobre los precios domésticos.
El dólar oficial retomó la senda alcista en los últimos días: acumuló una suba de once centavos y medio en una semana, desde los $ 7,77 hasta los $ 7,89, y podría llegar en poco tiempo a los $ 8; las expectativas de devaluación implícitas en los futuros de dólar del mercado local empezaron a reacomodarse tras el desplome exagerado que habían mostrado desde los primeros días por la sobreoferta de contratos que generó la nueva exigencia oficial; y el organismo debió volver a tentar con Letras a las cerealeras, por primera vez en dos meses, para que se animaran a liquidar sus dólares al tipo de cambio actual.
Hay motivos para pensar que, a este tipo de cambio, los exportadores podrían esperar mejores cotizaciones para liquidar. “Si el Banco Central continúa manteniendo el tipo de cambio oficial en torno a $ 8 por dólar, que hoy parece estar en un nivel de equilibrio, en apenas pocos meses la inflación se devorará los efectos que la devaluación de enero tuvo sobre el tipo de cambio real”, comentó ayer en un informe de Econviews, la consultora de Miguel Kiguel. “En efecto, en tal caso durante el Mundial de fútbol el tipo de cambio real podría llegar a exhibir una paridad similar a la que tenía a principios de año, antes del salto devaluatorio del 22-24 de enero”, agregó.
En las entidades ya anticipan que el camino hacia el período de la cosecha tendrá estas complicaciones. Con pagos de deuda e importaciones de energía en ascenso, y una etapa estacionalmente adversa para el ingreso de dólares, el objetivo más alto al que puede aspirar hoy diariamente el Central es el de no perder reservas hasta que la liquidación sojera contribuya a la paz cambiaria.

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