El periodista Edi Zunino retrata la batalla de intereses que protagonizan los periodistas más mediáticos de la Argentina, en tanto producto de la división generada por el kirchnerismo. De Jorge Lanata a Víctor Hugo Morales, pasando por el divorcio televisivo Bonelli-Sylvestre.
Daniel Hadad, Diego Gvirtz, Luis Majul, Horacio Verbitsky, Marcelo Bonelli, Gustavo Sylvestre, Víctor Hugo Morales, Marcelo Tinelli, Jorge Rial, Jorge Lanata, inmersos, parece, en una tensa contienda de egos, traiciones e intereses que, como si se tratara de una lucha de titanes mediáticos, se libra en el barro. El periodista Edi Zunino, Jefe de Redacción de la revista Noticias, acaba de presentar su segundo libro, Periodistas en el barro. Peleas, aprietes, traiciones y negocios. Miserias y razones de la guerra mediática en la Argentina reciente (editado por Sudamericana).
El periodismo y los medios pasaron a ser, en esta época, un tema crucial para el proyecto estratégico del matrimonio Kirchner, observa Zunino, también autor de Patria o medios, la loca guerra de los Kirchner por el control de la realidad (2009), durante una charla con 3Días. Mientras mi primer libro tenía que ver con la cobertura del despliegue inicial de esa estrategia, del trabajo por convencer, comprar o destruir a periodistas y medios, éste retrata el protagonismo de los periodistas, aclara.
A lo largo del volumen, y a través de cada uno de sus 10 capítulos, que se pueden leer sin seguir necesariamente un orden lineal, Zunino deja al descubierto las miserias, traiciones, celos e intereses que protagonizaron, en la segunda mitad del kirchnerismo, los periodistas más mediáticos de la Argentina. Tiene que ver con los enfrentamientos que se dieron entre ellos en esta época, a tono por estar a favor o en contra del discurso oficial. Mucha gente se alineó a favor y mucha en contra. Quedó una amplia avenida de los grises. Durante un tiempo, pareció que era inconveniente estar allí. Como si no gritar, no pelear, no descalificar, no meterle el pie al otro, al supuesto pero falso adversario, no sirviera para nada, comenta.
El periodismo y los medios pasaron a ser, en esta época, un tema crucial para el proyecto estratégico del matrimonio Kirchner, observa Zunino, también autor de Patria o medios, la loca guerra de los Kirchner por el control de la realidad (2009), durante una charla con 3Días. Mientras mi primer libro tenía que ver con la cobertura del despliegue inicial de esa estrategia, del trabajo por convencer, comprar o destruir a periodistas y medios, éste retrata el protagonismo de los periodistas, aclara.
A lo largo del volumen, y a través de cada uno de sus 10 capítulos, que se pueden leer sin seguir necesariamente un orden lineal, Zunino deja al descubierto las miserias, traiciones, celos e intereses que protagonizaron, en la segunda mitad del kirchnerismo, los periodistas más mediáticos de la Argentina. Tiene que ver con los enfrentamientos que se dieron entre ellos en esta época, a tono por estar a favor o en contra del discurso oficial. Mucha gente se alineó a favor y mucha en contra. Quedó una amplia avenida de los grises. Durante un tiempo, pareció que era inconveniente estar allí. Como si no gritar, no pelear, no descalificar, no meterle el pie al otro, al supuesto pero falso adversario, no sirviera para nada, comenta.
Peleas memorables
A partir de esta cuestión a la que Zunino hacía referencia, la jungla mediática protagonizó peleas memorables, como el caso de Víctor Hugo con Lanata, con Majul o con el mismo Zunino (hay que recordar aquella tapa de Noticias que titulaba El relator del relato); la de Lanata con Rial, Majul y Verbitzky o hasta el divorcio televisivo de Gustavo Sylvestre y Marcelo Bonelli, a quien Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico de la Presidencia, buscó tentar para llevarlo a un medio oficialista. Cuento el país de los últimos años. La irrupción, como cancha de ensayo de la pelea del Gobierno a través de los medios, con la llegada de 678 como un fenómeno de alineamiento del discurso kircherista y de, si se quiere, hostigamiento y disciplinamiento de los periodistas que no adscriben al kirchnerismo. Los protagonistas de fondo son Cristina, Néstor, cuando estaba, los funcionarios, comenta Zunino.
Más allá de los detalles sobre las internas que experimentan los protagonistas de estas páginas, el volumen se traza como una suerte de ensayo político, que incluye una cuidadosa descripción psicológica y personal de los personajes, en distintas situaciones y hasta en escenas familiares. Cada uno de los casos, a partir de las peleas centrales retratadas, tiene el sentido de describir un aspecto de la realidad que nos tocó vivir en estos años con toda esta reorganización, rearmado, del mundo de los medios en la Argentina, comparte.
¿Existe hoy una mayor vedetización entre los periodistas? Hubo siempre. Vedetización, celos, vehemencias, pagaduras de sí mismos, competencias desleales, ambiciones, dinero, afirma Zunino. No obstante, la diferencia con los 90, para él, tiene que ver con que el gobierno kirchnerista entendió ese fenómeno natural del periodismo, desarrollándose en medio de una revolución tecnológica, en la complicación de un mercado que no seguía las mismas reglas de juego de antes, que llevaba a muchos periodistas tratando de reconvertirse de periodistas gráficos a audiovisuales, en productoras en sí mismos. El kirchnerismo, cuando asumió, entendió que los medios necesitaban una recomposición y ayuda financiera y económica; y que buena parte de los periodistas estaban sin trabajo o con trabajo precario o tratando de reconvertirse en pequeñas empresas para encontrar un trabajo un poco más duradero. En la necesidad y en la tendencia a pelearse, armaron el escenario y nos convirtieron a todos en propagadores de la división.
En línea, agrega: En esta época, tenés a Diego Gvirtz, un productor canchero, respetable, con quien todos querrían trabajar; a Víctor Hugo, un hombre no proveniente del periodismo duro pero con buen predicamiento; a Horario Vertbitzky, adalid del periodismo de investigacion de los 90. En esta división, los Kirchner lograron convencer gente respetable. Yo vi cómo empieza a la mañana en el programa de Víctor Hugo, se reeditan los contenidos y se utilizan, luego, a la noche con 678; se reproducen en TVR y en Duro de domar y vuelven a los medios gráficos e Internet y a las redes sociales. Eso convierte todo en lo mismo que el Gobierno cuestiona: la centralidad de una mesa de edición donde se decide un discurso único. Ellos critican a Clarín construyendo su propio Clarín,
A partir de esta cuestión a la que Zunino hacía referencia, la jungla mediática protagonizó peleas memorables, como el caso de Víctor Hugo con Lanata, con Majul o con el mismo Zunino (hay que recordar aquella tapa de Noticias que titulaba El relator del relato); la de Lanata con Rial, Majul y Verbitzky o hasta el divorcio televisivo de Gustavo Sylvestre y Marcelo Bonelli, a quien Carlos Zannini, secretario Legal y Técnico de la Presidencia, buscó tentar para llevarlo a un medio oficialista. Cuento el país de los últimos años. La irrupción, como cancha de ensayo de la pelea del Gobierno a través de los medios, con la llegada de 678 como un fenómeno de alineamiento del discurso kircherista y de, si se quiere, hostigamiento y disciplinamiento de los periodistas que no adscriben al kirchnerismo. Los protagonistas de fondo son Cristina, Néstor, cuando estaba, los funcionarios, comenta Zunino.
Más allá de los detalles sobre las internas que experimentan los protagonistas de estas páginas, el volumen se traza como una suerte de ensayo político, que incluye una cuidadosa descripción psicológica y personal de los personajes, en distintas situaciones y hasta en escenas familiares. Cada uno de los casos, a partir de las peleas centrales retratadas, tiene el sentido de describir un aspecto de la realidad que nos tocó vivir en estos años con toda esta reorganización, rearmado, del mundo de los medios en la Argentina, comparte.
¿Existe hoy una mayor vedetización entre los periodistas? Hubo siempre. Vedetización, celos, vehemencias, pagaduras de sí mismos, competencias desleales, ambiciones, dinero, afirma Zunino. No obstante, la diferencia con los 90, para él, tiene que ver con que el gobierno kirchnerista entendió ese fenómeno natural del periodismo, desarrollándose en medio de una revolución tecnológica, en la complicación de un mercado que no seguía las mismas reglas de juego de antes, que llevaba a muchos periodistas tratando de reconvertirse de periodistas gráficos a audiovisuales, en productoras en sí mismos. El kirchnerismo, cuando asumió, entendió que los medios necesitaban una recomposición y ayuda financiera y económica; y que buena parte de los periodistas estaban sin trabajo o con trabajo precario o tratando de reconvertirse en pequeñas empresas para encontrar un trabajo un poco más duradero. En la necesidad y en la tendencia a pelearse, armaron el escenario y nos convirtieron a todos en propagadores de la división.
En línea, agrega: En esta época, tenés a Diego Gvirtz, un productor canchero, respetable, con quien todos querrían trabajar; a Víctor Hugo, un hombre no proveniente del periodismo duro pero con buen predicamiento; a Horario Vertbitzky, adalid del periodismo de investigacion de los 90. En esta división, los Kirchner lograron convencer gente respetable. Yo vi cómo empieza a la mañana en el programa de Víctor Hugo, se reeditan los contenidos y se utilizan, luego, a la noche con 678; se reproducen en TVR y en Duro de domar y vuelven a los medios gráficos e Internet y a las redes sociales. Eso convierte todo en lo mismo que el Gobierno cuestiona: la centralidad de una mesa de edición donde se decide un discurso único. Ellos critican a Clarín construyendo su propio Clarín,
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