domingo, 1 de junio de 2014

Crimen de Villa Martita: pruebas y misterios

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Se levantó el secreto del sumario. Eduardo Ros declaró que no encuentra motivos para que lo mandaran a matar. Se comprobó una operación comercial con el acusado de ser el actor intelectual.
La Justicia levantó este viernes el secreto del sumario que se había ordenado en torno a la investigación del crimen de Villa Martita. Los indicios y las pruebas del expediente comprometen a los tres detenidos, Gastón Nicolás Soria, como la persona que actuó de chofer y “campana”; Carlos Luján Sosa, como el autor intelectual del asesinato por encargo; y Diego “Coco” López, como el sicario que apretó el gatillo.
Una fuente con acceso al expediente reveló a El Diario qué se sabe y cuáles son las incógnitas que aún perduran respecto al caso. En cuantoa las certazas, hasta ahora Soria confesó su participación, incriminó a Sosa y reconoció en rueda de presos a López como la persona que trasladó esa noche para hacer el trabajo.
También hay testimonios acerca de que Sosa ofrecía 30 mil pesos para darle “un susto” al comerciante Eduardo Ros. La mujer, Griselda Cabal, no era el objetivo y la asesinaron para no dejar testigos. Un boleto de compraventa secuestrado en un allanamiento en la casa de Ros certifica, además, que Ros le compró una vivienda a Sosa en el mismo barrio a la mitad del precio de mercado.
En el misterio que no se develó, y no se sabe si algún día llegará a despejarse, permanece el arma homicida, que nunca se secuestró, y el móvil real del crimen. El origen del hecho no sería la compra de la casa, porque el precio pactado fue abonado por Ros. Por el momento, no hay certezas que confirmen la hipótesis de que la diferencia habría surgido por negocios ilegales que la víctima compartía con Sosa.
Una muerte para
no dejar testigos
El miércoles 14 de mayo a las 22.30 horas, Ros y su pareja, Griselda Cabal, llegaron a la vivienda e ingresaron luego de levantar el portón accionado con control remoto. Según consta en la causa, una vez en el interior del patio, el atacante efectuó dos disparos sobre el comerciante cuando aun estaba dentro del habitáculo: uno le rozó la cabeza y el otro le dio en la nariz, con orificio de entrada y salida.
Ros cayó y el atacante lo dio por muerto. Luego, disparó una vez sobre la mujer, en la nuca. El cuerpo de la mujer cayó afuera de la camioneta. En ese momento, el homicida se dio a la fuga. De acuerdo a las pruebas, no hubo intención de robo: el dinero de la recaudación de “La Cocina” quedó intacto, en el interior del habitáculo. “La mata para no dejar testigos”, explicó la fuente con acceso a la causa que entrevistó "La Pampa, ahora".
Sin certezas sobre el móvil
Los investigadores no comprobaron aun el móvil real del crimen. Sí tienen acreditado una operación comercial entre Ros y Sosa. El comerciante le compró una casa a Sosa. El inmueble está ubicado en el mismo barrio donde vive el empresario, Villa Martita.
Según los investigadores, Sosa la compró a un precio vil al dueño anterior. Luego la habría vendido a Ros a la mitad del precio de mercado. En esta operación, el comprador abonó el precio en su totalidad. El boleto de compra-venta se secuestró en el allanamiento que realizó la policía en la casa de Ros, a los pocos días del hecho.

“No se sabe por qué fue la vendeta. No está acreditado, hay algo más”, evaluó la fuente que reveló los detalles de la investigación a este medio.
De todos modos, los investigadores sospechan que Ros y Sosa intervenían, junto a algunos profesionales del medio, en el negocio de prestar dinero en forma clandestina. Además, Ros es propietario de un campo en el oeste provincial. La diferencia entre Ros y el acusado de mandarlo a matar podría haber surigdo de esa relación, según especulan.
También creen que Sosa se dedicaba a “apretar” a deudores. Y también a hacerse de propiedades con maniobras de apriete sobre sus legítimos dueños. Tiene una condena en suspenso por hacerle firmar un documento a su favor a un incapaz. Además, en otra denuncia judicial, se lo investiga por una compra de departamentos en Villa General Belgrano. Lo acusan de haber presionado al dueño, un anciano que estaba hospitalizado y al que le habrían quebrado la muñeca, para forzar la operación de venta. Como prueba del acomodado y sospechoso pasar económico del detenido, la policía le secuestró una camioneta 4x4, una Hillux modelo 2013.

Si bien por ahora no aparece probado, a pie juntillas, el móvil del crimen, en la fiscalía mantienen el optimismo porque para acusar a los tres imputados alcanza con tener acreditado el hecho y la participación de los detenidos.
Qué declaró Ros
Ros, que ya está recuperado de las heridas y dejó el hospital Molas hace varios días, declaró en tres oportunidades delante del fiscal Rivarola. Relató el episodio en su casa. Dijo que el atacante actuó a cara descubierta, aunque no se sabe si podría identificarlo. Hasta ahora, el fiscal no pidió que se realice una rueda de reconocimento para deteminar si reconoce a López.
Por otra parte, el dueño de “La Cocina” admitió la operación comercial con Sosa. Pero declaró que abonó el precio pactado y no encuentra motivo para que Sosa le haya pagado a alguien para que lo matara.
En los pasillos de la fiscalía están convencidos de que Ros no dijo toda la verdad durante las tres testimoniales. No habló de que estuviese involucrado como prestamista junto a Sosa. Es algo lógico: si lo hiciera, admitiría responsabiliades en una actividad ilegal.
Las pruebas
La causa no está cerrada y el fiscal Rivarola aún sigue solicitando pruebas y pericias para cerrar el círculo sobre los tres detenidos. Hasta el momento, las pruebas que comprometen a cada una son las siguientes:
* Gastón Nicolás Soria fue demorado por un policía a dos cuadras y media de la casa de Ros, en el mismo momento que se producía el crimen. Cuando los investigadores abrieron su celular, apareció el intercambio de mensajes con Sosa que orientan la investigación a un crimen por encargo.
En su declaración, confesó. Contó que le pagaron 50 pesos para que lleve a una persona a hacer un “trabajo” a ese domicilio de Villa Martita. Dijo que no conocía a la persona que llevó, que no sabía el nombre e hizo una descripción ligera. Sin embargo, después, en una rueda de reconocimiento con detenidos, sindicó a López como el pasajero que llevó esa noche.
Soria y Sosa tienen cierto grado de parentesco. Ya se conocían. El primero habría realizado algúna tarea para Sosa. Según los investigadores policiales, cuando se enteró de la muerte de la mujer de Ros, se quebró y habló.
Carlos Luján Sosa no abrió la boca en la indagatoria. En el acto de formalización, dijo unas palabras: admitió una relación comercial pero negó tener motivos para mandar a matar a Ros. La declaración de Soria y los mensajes de textos lo comprometen de sobremanera. También hay testigos que contaron que había ofrecido 30 mil pesos para darle “un susto” a Ros.
Diego “Coco” López está acusado de ser el autor de los disparos. Por ahora lo compromete el testimonio de Soria y el reconocimiento en la rueda de presos. El fiscal Rivarola, además, tiene pruebas genéticas que se tomaron en el interior del auto que conducía Soria esa noche. Si esas pericias de ADN llegan a arrojar resultado positivo -aun no están los resultados- se agregaría una prueba más contundente en su contra y despejarían las dudas acerca de si López fue la persona que Soria llevó esa noche a la casa de Ros.
López habia declarado que el día del hecho trabajó en una empresa que hace fumigaciones hasta las diez de la noche y que de allí se fue a su casa. Sin embargo, en la fiscalía cuentan con testimonios para contrarestar la coartada: si bien trabajó ese día, se habría retirado a las 21, con tiempo suficiente para arribar al sitio del asesinato.
Cómo sigue la causa
El fiscal Fernando Rivarola espera los resultados de ADN y algunas pruebas más para terminar de armar la acusación. Podría pedir alguna otra rueda de reconocimiento. Cuando la tenga lista -provisoriamente cuenta con un plazo de tres meses- la presentará por escrito ante el juez de Control. Este es, finalmente, el encargado de elevar el expediente a juicio.
Según se especula, la fiscalía acusaría a Soria como partícipe necesario de un homicidio y un intento de homicidio; a López le imputaría tentativa de homicidio agravada por dinero y remuneración y por homicidio doblemente agravado por “criminis causa” y uso de arma de fuego; y a Carlos Luján Sosa, como coautor de ambos delitos.
En las audiencias de formalización, Soria estuvo representado por una defensora oficial, María Silvina Blanco Gómez, Sosa contó con el patrocino del abogado Román Fiorucci, y a López lo asesoraron los abogados Gastón Gómez y Sebastián Mendiara.
Una excusación
El juez de Control, Daniel Ralli, se excusó y dio un paso al costado en el caso judicial, según confirmaron fuentes de la Ciudad Judicial. Si bien no hubo información oficial sobre el motivo, se habría apartado porque es conocido de uno de los testigos y prefirió dejar lugar a un magistrado sin vinculaciones con los involucrados. Los jueces que intervienen a partir de ahora, entonces, son Daniel Saez Zamora o Florencia Maza.

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