Tienen mucho en común. Son jóvenes, son economistas, fueron funcionarios K y ahora están alineados al Frente Amplio-Unen (FAU). En materia de indumentaria, manejan con dispar soltura sus outfits de opositores en campaña.
Sea por aprovechar las ráfagas del viento de cola o por pilotear las cíclicas tormentas inflacionarias
y cambiarias, los economistas reciclados en políticos siempre están en la vidriera en la Argentina. De cara al armado electoral de 2015, hay dos de ellos que relucen como auténticos golden boys de la oposición: Martín Lousteau y Alfonso Prat-Gay, exfuncionarios K ahora alineados al Frente Amplio-Unen (FAU).
Martín Lousteau, actual diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires (Unen) saltó a la arena mediática como ministro de Economía del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner. Tanto su estilo como su expertise no tardaron en acaparar los flashes: jovial y frontal, fue una fugaz promesa de renovación hacia el interior del Gabinete hasta que se enfrentó en un palco oficial con el exsecretario de Comercio, Guillermo Moreno. Lucía, entonces, su seña particular como funcionario y, luego, candidato opositor: estricto traje en matices que derivan del negro y azul, camisa blanca y corbata que maquilla en múltiples colores (así como estampados), beneficiándose con la gama clara.
De sonrisa fácil y looks informales que apelan a la simplicidad, el economista –que también se desempeñó como ministro de la Producción de la provincia de Buenos Aires y estuvo a cargo de la presidencia del Banco Provincia en la gestión de Felipe Solá como gobernador–, suele vestir remeras y chombas para su estilo de calle, muy emparentado con su espíritu de urbanita contemporáneo.
Mucho menos desenvuelto pero mejor lookeado se posiciona Alfonso Prat-Gay. El economista comenzó su
labor con el sector privado (JP Morgan) y luego, durante los gobiernos de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, inició su camino como funcionario público, primero como presidente del Banco Central y años después como diputado nacional y presidente de bloque por la Coalición Cívica-ARI. Impecable, se luce tanto en traje como en blazer y camisa: en esos outfits parece radicar su confianza y conocimiento para vestirse, pues los cortes y tonos siempre son apropiados. Y aquí mucho tiene que ver la edición de corbatas. Mismo resultado obtiene cuando se inclina por azules y celestes para entablar diálogos entre el blazer y la camisa, pieza que indefectiblemente porta como recién planchada. Será por eso que se lo ve perdido con un repertorio informal: las remeras, los suéteres y las camisas llevadas por fuera del pantalón parecen no resolver su intención casual.
Mientras fortalecen sus posturas en el frente interno y se hacen más cercanos a la ciudadanía, ambos economistas, se murmura, tienen el foco en competir por la sucesión de Mauricio Macri en el sillón ejecutivo porteño. Entonces, quizás, sea en los próximos meses cuando llegue su máximo desafío de estilo: sacar a relucir las corbatas que son promesa de institucionalidad sin perder ese aire de practicidad que se asocia con su edad, peleando por los favores de un electorado que busca la claridad de los números por sobre las fórmulas.
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