En medio de un nuevo temporal de lluvia y viento, y en el marco de una inundación que no da tregua en la provincia de La Pampa, diversos especialistas convocados por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) se reunieron recientemente en la localidad de Embajador Martini para transmitir a los productores algunas herramientas necesarias para atravesar el mal momento con la menor pérdida posible.
Manejo del agua, reservas forrajeras y parasitosis fueron los ejes del encuentro. “Los productores están muy golpeados económicamente, pero con el espíritu intacto”, sostuvo Ulises Forte, Presidente del Ipcva. “Cuando el agua baje va a venir lo peor y los productores tendrán que trabajar fuertemente con el INTA para atravesar la coyuntura”.
Por su parte, Horacio Alochis, miembro del Consejo de la Administración de la Cooperativa Agropecuaria de Embajador Martini, aseguró que dentro del panorama desolador “lo bueno es que los productores de la zona no estaban endeudados y todavía no se cortó la cadena de pagos”.
Para Pablo Cattani, asesor privado y disertante de la jornada, tras la inundación “no queda otra que arrancar todo devuelta. Hay que recurrir al INTA, a los técnicos de la zona y ver cómo comenzar a corregir los suelos. Seguramente no se podrá sembrar alfalfa, pero habrá otras opciones, quizás festuca o raigrás, hasta que se pueda volver a hacer alfalfa, pero no hay soluciones mágicas, se tiene que empezar otra vez de cero”.
Según Cattani, se perderá el engorde de los terneros, pero hay que planificar y trabajar ya mismo para las camadas siguientes. “Trabajamos en un medio vivo y no nos podemos preguntar por qué nos pasó esto. Hay que mirar hacia adelante y ajustarse. Son cosas que pasan y van a seguir pasando. Antes estaban las condiciones productivas pero no las condiciones de mercado. Ahora están las condiciones de mercado pero falló el clima”.
La única opción, para el técnico, es “ajustar” ya que “el problema no es el agua ni la humedad sino la superficie que se achicó. Con más novillos en menos superficie hay que trabajar en aumentar los kilos producidos de biomasa por hectárea; incrementar la densidad de siembra en los cultivos en los que se pueda, y cosechar en el momento en que el forraje tenga la mayor digestibilidad posible para tratar de pasar la mayor cantidad de kilos de alimento a cada animal y que ese animal gane kilos en el menor tiempo posible”.
Pedro Steffan, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, se refirió a la problemática de las parasitosis en épocas de inundación. Según sus palabras, las zonas inundadas presentan una situación muy complicada porque los animales se concentran en superficies muy reducidas y ese hacinamiento hace que las áreas donde están pastoreando tengan alta infectibilidad por lombrices. “Esto se da no sólo por el bosteo sino porque la alta humedad favorece el traslado de los parásitos a las pasturas y el riesgo de infección aumenta considerablemente”, aseguró. Y añadió: “Es necesaria una vigilancia permanente, hay que hacer diagnósticos, analizar la materia fecal permanentemente para ver cómo evoluciona y utilizar drogas que puedan tener cierta persistencia”. Además, recomendó a los presentes analizar el esquema de los tratamientos y priorizar las categorías más jóvenes ya que “las vacas aguantan un poco más y tienen más resistencia. El hacinamiento, el estrés y el bajo nivel nutricional son peligros muy importantes”.
Las recomendaciones para el manejo del agua, en tanto, estuvieron a cargo de Cristian Álvarez, técnico del INTA General Pico. “Hay que empezar a cuantificar las principales limitantes. El productor debe ver si tiene anoxia, que es una característica de la zona, napas que hoy están en promedio a 50 centímetros”. Sugirió realizar análisis más específicos para ver qué tipos de sales y qué calidad de sales tienen esas napas y, de esa forma, saber cuáles son los cultivos posibles.
“Hay cultivos muy sensibles a las sales y los encharcamientos, por ejemplo el maíz, que es uno de los que más se hace en la zona”, aseguró. El especialista consideró que “hay que pensar en otros, como el girasol, el sorgo, la soja o el monotrigo, aunque también se puede ir al mijo o a la moha, que pueden ser alternativas desde el punto productivo”.
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