El año arrancó de la peor manera en materia de generación de divisas: el saldo comercial sufrió un desplome del 90%, marcando así el inicio más flojo en más de una década. Analistas advierten por el escaso impacto de la devaluación de enero y por la creciente “sojadependencia”
Para la administración kirchnerista, el 2014 había arrancado con muchas urgencias en materia de divisas, pero también con algunas variables que parecían jugarle a favor.
El incremento de la producción de gas y petróleo por parte de YPF, la mayor cosecha de soja, el sostenimiento de los precios internacionales y hasta la devaluación de enero -que le dio algo de competitividad a los productos nacionales-, hacían prever una mejora en la generación de dólares, claves para sostener las alicaídas reservas del Banco Central.
Cabe recordar que el 2013 había sido crítico en ese sentido: la última gran fuente de billetes verdes del modelo, el saldo comercial -es decir, la diferencia entre las divisas ingresadas por exportaciones restadas las destinadas a importaciones-, se mostró anémico, dado que estuvo lejos de alcanzar los u$s10.000 millones, lo que constituyó la peor performance de toda la era K.
Pero el conjunto de variables anteriormente mencionadas, diseminó algo de optimismo entre funcionarios del Gobierno y consultoras para este año. De hecho, en algunas estimaciones de enero se llegó a especular con que en diciembre próximo se redondearía un superávit comercial acumulado superior a los u$s15.000 millones.
Sin embargo, los deseos oficiales están chocando contra la realidad: en el primer bimestre del año, la diferencia entre ventas y compras al mundo experimentó un inédito derrumbe del 90%.
De hecho, considerando los magros u$s79 millones logrados entre enero y febrero y contrastándolos contra losu$s800 millones alcanzados en el mismo período del año pasado, se puede afirmar que el Gobierno al día de hoy prácticamente pudo contar apenas con un 10% de los dólares respecto del 2013 (ver gráfico).
Incluso, los datos anticipados correspondientes al mes de marzo sobre el intercambio con Brasil -que explica más del 25% del total del comercio argentino- muestran resultados desalentadores: el superávit fue de apenasu$s35 millones, lo que implicó una contracción de casi 50% respecto al mismo período de 2013.
La “sojadependencia”, potenciada al máximoAl analizar la “pulverización” del superávit comercial a niveles mínimos, los analistas advierten que gran parte de los “motores” que antes lo alimentaban, actualmente están en franco declive.
La “sojadependencia”, potenciada al máximoAl analizar la “pulverización” del superávit comercial a niveles mínimos, los analistas advierten que gran parte de los “motores” que antes lo alimentaban, actualmente están en franco declive.
Para Dante Sica, director de la consultora Abeceb, una de las causas por las cuales el Gobierno no puede garantizarse un elevado saldo de la balanza, como sí sucedió hasta 2012, está vinculado con “la creciente dependencia que tiene el complejo exportador de las commodities agrícolas, en especial la soja“, en paralelo al “desaporte” que vienen generando otros dos grandes rubros: el industrial y el energético.
De hecho, actualmente un 60% de las exportaciones provienen del sector agroalimentario, y nada menos que30% dependen del complejo sojero.
El problema es que, para este año, si bien se espera una buena cosecha, la misma no será récord: desde Fundación Mediterránea estiman que el flujo por ventas agrícolas será de u$s31.000 millones, u$s1.000 millones menos que lo alcanzado en 2013, básicamente porque la mayor campaña sojera no alcanzará paracompensar las fuertes mermas en maíz, cebada o biodiesel.
En este contexto, el ritmo de liquidación de divisas por parte de las cerealeras exhibió un importante repunte en las últimas semanas, ubicándose un 17% por encima de los valores del año pasado. Sin embargo, el nivel actual no es muy superior al logrado en el mismo período de 2011, con el agravante de que las necesidades fiscales en la actualidad son más críticas.
“Tarifazo” no mata importacionesEntre los problemas con los que cada año se topa el Gobierno para cuidar el saldo comercial, los expertos señalan la errada política energética, que condujo a una reversión del superávit sectorial, que registró en 2013 un rojo histórico de más de u$s6.000 millones.
Así las cosas, según cálculos de Constanza Pérez Aquino, economista de Fundación Mediterránea, “lasimportaciones energéticas actualmente se llevan la mitad de las liquidaciones de dólares de la agroindustria“.
La experta agregó que, pese a la recuperación de los precios de las materias primas agrícolas en este último lapso, dicha mejora no alcanza para equilibrar las cuentas: en el arranque de 2014, una tonelada de sojapermitía adquirir 5 barriles de petróleo, casi 2,5% menos que el promedio de los últimos diez años.
Un punto central de la estrategia oficial en su plan por corregir algunos de los desfasajes que azotan a la economía, es la de suprimir paulatinamente los subsidios a los servicios públicos.
Según Ramiro Castiñeira, analista de Econométrica, las mayores erogaciones que deberán realizar las familiasimpactarán en la demanda, lo que teóricamente se debería traducir en una menor necesidad de importaciones de energía.
El analista estima que por cada 100% de aumento real de tarifas, las compras al exterior tendrían que descender unos u$s700 millones.
El problema es que, según Castiñeira, pese a los esfuerzos de YPF, la producción energética de la Argentina seguirá en baja, por lo cual este año se deberán destinar más de u$s12.000 millones para cubrir importaciones, un 7% más que en 2013.
Devaluación: poco impacto
Tras el salto del dólar que tuvo lugar en enero, según cálculos de Fundación Mediterránea, el tipo de cambio para las compañías nacionales en términos reales -es decir, considerando la inflación argentina y la de Estados Unidos- pasó a ser similar al de noviembre de 2010.
Tras el salto del dólar que tuvo lugar en enero, según cálculos de Fundación Mediterránea, el tipo de cambio para las compañías nacionales en términos reales -es decir, considerando la inflación argentina y la de Estados Unidos- pasó a ser similar al de noviembre de 2010.
“Es decir que se corrigió algo más de tres años de atraso“, destacaron desde la consultora.
En tanto, respecto a Brasil, los analistas estimaron que “la mejora llevó el tipo de cambio a los niveles de abril de 2012, una corrección menor porque el país vecino también depreció su moneda”.
Sin embargo, el cálculo de los economistas es que, por la fuerte presión inflacionaria, en marzo ya se había perdido la mitad de esa mejora, la cual se irá extinguiendo completamente hacia el inicio del segundo semestre, de no mediar nuevas correcciones cambiarias.
Más allá de este “respiro”, un dato clave es el escaso impacto exportador que está teniendo la corrección cambiaria en algunos sectores clave para la economía argentina, como el cárnico, frutíhortícola o vitivinícola.
Según un relevamiento de Fundación Mediterránea, de 21 sectores estratégicos, apenas 4 mostraron una mejora en la competitividad tras el salto del billete verde.
Un caso paradigmático es el de la carne: en los últimos tres años, el aporte de este rubro a la balanza comercial fue de un promedio de u$s1.000 millones.
Sin embargo, desde Fundación Mediterránea advirtieron que si el Gobierno no hubiese avanzado con medidas de sesgo antiexportador, en los últimos cuatro años esta actividad podría haber generado envíos al mundo por un valor promedio de u$s2.500 millones en cada período.
Así las cosas, consideraron que desde 2010 a esta parte, el sector cárnico habría aportado cerca de u$s6.000 millones extra a la balanza comercial.
Industria: rojo histórico
Paralelamente, las exportaciones de materias primas sirvieron “para compensar el creciente déficit de la industria, asociado a la demanda local de insumos, piezas y máquinas“, destacaron desde Abeceb, tal como sucedió con el sector automotriz, que el año pasado generó un rojo histórico de u$s9.000 millones.
Paralelamente, las exportaciones de materias primas sirvieron “para compensar el creciente déficit de la industria, asociado a la demanda local de insumos, piezas y máquinas“, destacaron desde Abeceb, tal como sucedió con el sector automotriz, que el año pasado generó un rojo histórico de u$s9.000 millones.
Sin embargo, dicho rubro fue sólo la “punta del iceberg” del enorme rojo del Made in Argentina en general, que en 2013 -contabilizando todos los sectores- alcanzó la friolera de u$s35.000 milllones, unos u$s3.200 millones más que en el período anterior.
Esta sangría que se produce cada año y que supera con creces incluso las propias reservas que hoy están en poder del Central, dejan en evidencia las enormes limitaciones del plan oficial de sustitución de importaciones.
Por lo pronto, analistas esperan que este año dicho rojo caiga y no se acentúe. Pero más que por méritos de las empresas locales, las causas serán el menor ritmo de actividad esperado, lo que impactará negativamente en las ventas de autos o de electrónica, dos de los principales generadores del déficit.
La “década ganada”… de América latina
Un punto clave al analizar la evolución del superávit comercial, es poner en contexto en qué medida la Argentina logró capitalizar el “viento de cola” que primó durante buena parte de los últimos diez años en la región.
Un punto clave al analizar la evolución del superávit comercial, es poner en contexto en qué medida la Argentina logró capitalizar el “viento de cola” que primó durante buena parte de los últimos diez años en la región.
En este sentido, Marcelo Elizondo, ex director de Fundación ExportAr, aseguró que “la década ganada de Sudamérica, fue una década perdida para la Argentina”.
¿La razón? Según un análisis de su consultora, Desarrollo de Negocios Internacionales, entre 2003 -al comienzo del “súper ciclo” de precios de commodities- hasta 2013, las exportaciones albicelestes fueron las que menos crecieron en toda la región, tal como se puede observar en el siguiente cuadro:
A la hora de analizar las causas que llevaron a esta muy pobre performance frente a la exhibida por otros países de América latina, Elizondo hizo referencia a un cúmulo de variables:
1. Inestabilidad en marcos de referencia normativo, político y económico.
2. Pérdida creciente de competitividad cambiaria.
3. Deficiente oferta de financiamiento.
4. Aislamiento internacional, que dificulta el desarrollo para empresas.
5. Baja tasa de inversión productiva.
6. Alta presión fiscal.
7. Creciente inflación.
8. Agotamiento de la infraestructura.
9. Dificultad en el acceso a insumos y bienes de capital por restricciones comerciales.
10. Creciente pérdida de reputación en el mundo.
2. Pérdida creciente de competitividad cambiaria.
3. Deficiente oferta de financiamiento.
4. Aislamiento internacional, que dificulta el desarrollo para empresas.
5. Baja tasa de inversión productiva.
6. Alta presión fiscal.
7. Creciente inflación.
8. Agotamiento de la infraestructura.
9. Dificultad en el acceso a insumos y bienes de capital por restricciones comerciales.
10. Creciente pérdida de reputación en el mundo.
De cara a lo que resta del año, desde Abeceb estiman que, sólo de la mano de una contracción de la economía y de la actividad industrial, el Gobierno podría repetir el superávit del año pasado, del orden de los u$s9.000 millones.
Esto, explicado más por la menor demanda de insumos y componentes para las empresas locales que por unamayor agresividad comercial y exportaciones crecientes.
Sin embargo, en un contexto de mayores necesidades fiscales, esta cifra luce un tanto exigua.
Al respecto, Sica hizo referencia a que, pese a que la cosecha de la oleaginosa está cerca del récord histórico y que los precios actuales son atractivos, esto sólo serviría para traer un “alivio estacional”.
“Los dólares de la soja no serán suficientes para ´salvar´ el año, dado que luego de agosto las restricciones de divisas seguirán estando presentes, por lo que no es razonable esperar un escenario más holgado”, concluyó.
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