Una mujer, su pareja y un hijo con problemas de salud se ven obligados a afrontar las bajas temperaturas del invierno viviendo en un colectivo. Están sobre la calle Caseros, en Zona Norte. El IPAV conoce la situación, pero no responde.
Una familia lleva más de un año viviendo en un colectivo, instalado en un terreno de la zona norte de Santa Rosa. Ni el Instituto Provincial Autárquico de la Vivienda (IPAV) ni el municipio han respuestas positivas, pese a los planteos que recibieron y al hecho de que el invierno complica sensiblemente la situación de quienes viven de ese modo precario.
El colectivo está instalado en un terreno de la calle Caseros al 1.865, que es donde viven los padres de Analía Funes. Ella tiene en claro que no puede vivir en esa casa porque tiene 2 habitaciones y viven 5 personas.
“Solución hasta ahora no tenemos ninguna. Ya estoy resignada a que voy a tener que vivir acá. En el IPAV dijeron que recién en diciembre me podrían dar una casa. Pero tendré que pasar el invierno en estas condiciones, con el nene con una traqueotomía, y ahora además tiene fiebre”, contó Analía Funes al describir la situación.
Explicó que su marido hace changas. “Yo no puedo trabajar, él (su hijo) me necesita cada 15 o 20 minutos, porque se llena de mocos y no puede respirar bien”, añadió.
En el programa “Radiocracia” indicó que “la única que ha venido es la diputada Lidia Duperou, que habló con el presidente del IPAV. Pero después (Roberto Vassia) no respondió más, siempre está ocupado o en reunión”.
La mujer relató una anécdota del fin de semana: “Pasamos por la laguna con mi marido y justo estaba (el intendente Luis) Larrañaga. Así que paramos y le dijimos. El secretario nos dio una tarjetita. El lunes llamamos por teléfono, dejamos los datos del bebé, de las casas que sabemos que están desocupadas y dijeron que iba a llamar. Todavía no lo han hecho. Es como que ya pienso que no van a dar ninguna solución”.
El nene tiene una tranqueotomía, porque cuando tenía 4 meses tuvo una neumonía muy fuerte y pasó largo tiempo entubado en terapia intensiva, con una úlcera en el esófago. “Tengo que cuidarlo del frío, buscar un lugar calefaccionado. Prendo las hornallas de la cocina pero el gas también le hace mal, porque absorbe el oxígeno. Ahora está muy agitado, a veces lo internan para ponerle oxígeno”, contó la mujer.
Tiene una tarjeta alimentaria y tramitó el salario por discapacidad “pero todavía no me empezaron a pagar”. También recibió algunos subsidios de Casa de Gobierno.
Pero así y todo, parece resignada: “Creo que no me van a dar ninguna solución. Ellos son los que realmente pueden, yo sé que pueden...”, completó.
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