Al transformar el grano en carne y valorizar la producción primaria, con el consecuente incremento del ingreso económico de los productores, la producción porcina es una actividad generadora de valor agregado en origen. Así caracterizó la actividad el Grupo Porcinos del INTA Pergamino, que elaboró un trabajo especial para orientar a los productores frente al actual contexto económico, donde el aumento de los servicios y de los insumos para la alimentación incrementaron significativamente los costos de producción.
“La situación actual requiere una máxima atención de parte de los productores, a fin de lograr un resultado económico razonable. Los ingresos brutos dependen, en general, de los kilos de carne vendidos por el precio del kilo del capón en pie. El productor sólo tiene el poder, al menos en el corto plazo, de modificar los kilos de producto vendidos a través de la mejora de la eficiencia productiva”, señalaron los técnicos, que subrayaron la necesidad de preservar el crecimiento sostenido del 10% anual logrado en la última década y media, tanto en la producción como en el consumo de carne de cerdo.
“Con un horizonte algo más lejano, es crucial para los pequeños y los medianos productores mejorar la comercialización, que es la variable mas importante del negocio. Una tecnología de tipo social, como el asociativismo, puede ser una herramienta para tal fin”, dijo el INTA.
En la producción porcina, la alimentación representa entre el 70 y el 80% de los costos directos e indirectos totales. Desde abril de 2017 hasta mayo de 2018, el valor del maíz y de la soja subieron un 64 y un 82%, respectivamente, mientras que el precio del capón solo se incrementó un 21%. “Todo esto atenta contra el resultado económico de la producción y crea una situación inestable, principalmente, para los pequeños y los medianos productores”, apuntaron en el trabajo.
Frente a la que suele ser la primera reacción del productor en un contexto de crisis, como tender a disminuir los costos de producción, los técnicos advirtieron que ello podría jugar en contra, al disminuir la productividad del sistema. Por ello recomendaron atender los siguientes puntos:
- Aumentar el porcentaje de preñez para lograr un incremento de los animales vendidos.
- Disminuir al máximo posible el % de mortandad (sobre todo durante la lactancia), para lograr la mayor cantidad de lechones destetados por madre por año.
- Durante el engorde, evitar pérdidas innecesarias del alimento entregado, a través de un adecuado ajuste de comederos y de formar lotes de engorde parejos en edad y en peso.
- Alimentar con dietas formuladas para cada categoría, de manera de reducir al mínimo los días a faena.
- Usar instalaciones de bajo costo o adecuar las existentes a las necesidades de cada categoría.
Otra práctica que creció en los últimos años es el uso de alimentos alternativos de menor costo. “Estos representan una buena opción mientras sean ingredientes disponibles en la zona; no afecten la calidad del producto, y las dietas formuladas cubran las necesidades productivas de los animales, para no incurrir en deficiencias nutricionales”, aclararon desde el INTA. Y concluyeron que es crucial evaluar los registros de la producción para poder hacer un diagnóstico acertado y las correcciones necesarias en tiempo y forma.
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