En las últimas horas de la noche de ayer se llevó a cabo el acto correspondiente a la celebración del 9 de Julio -Día de la Independencia-, que se inició con un toque de trompeta convocando a los vecinos.
Tras la llegada de los miembros de la Banda Capitán Tocagni, la Escuadra Ecuestre Pampa Mía, llega a caballo para enclavar la Bandera Argentina en el mástil amurado a la pared de la réplica de la Casa de Tucumán, en Avenida San Martín 84.
Exactamente a la hora 00,00 la Banda ejecutó el Himno Nacional Argentino, interpretado por los coros: Ayuntúm, Médanos y Luna, de la Asociación Hispano Argentina, de la Cámara de Diputados, del PAMI, y de la Municipalidad de Santa Rosa, junto a las autoridades y vecinos presentes.
Cabe destacar la presencia de las banderas de la Agrupación El Indio y de la Dirección de Educación del Adulto, como así también la comunidad educativa del Instituto Visión Tecnológica.
El Secretario de Educación, Cultura, Turismo y Empleo, Gabriel Gregoire se dirigió a los presentes en estos términos: "El 9 de julio de 1816, diputados provenientes de distintas ciudades del antiguo Virreinato, se reunieron en Tucumán para declarar la Independencia y proclamar al mundo entero que una nueva nación se había constituido en el Sur Americano.
Seis años antes, el 25 de mayo de 1810, un pequeño grupo de vecinos de Buenos Aires, había tenido la audacia de reclamar la soberanía, el derecho a gobernar los pueblos del Virreinato, ya que el Rey se encontraba preso de una potencia extranjera. Se había creado entonces el primer gobierno patrio, y en ese acto conquistamos la idea de soberanía popular, la capacidad de gobernarnos a nosotros mismos.
Pero esos patriotas, que tenían bien claro que querían fundar una nueva nación, y estos pueblos del sur del continente que pretendían alcanzar su libertad, tuvieron que esperar seis años para declarar su Independencia.
La dificultad para declarar la Independencia se encontraba en el hecho de que, si decidíamos romper definitivamente nuestros vínculos con España, a la que gran parte de criollos y patriotas consideraban una tiranía que había explotado los recursos y habitantes de este nuevo continente sin ninguna contemplación, entonces, debíamos definir cuál iba a ser nuestra forma de Gobierno. Por otro lado, el centro del mundo de aquel tiempo, nuestro norte, se encontraba terriblemente convulsionado. La Revolución Francesa había puesto en cuestión a la monarquía como forma natural de gobierno. Y las diferencias entre los distintos pueblos, entre Buenos Aires y el interior, parecían irreconciliables y ponían en jaque cualquier orden que se quisiera instaurar.
La Restauración monárquica en Europa y el regreso al trono del Rey de España, pretendiendo todas las prerrogativas del poder absolutista, y el peligro de disolución de los poderes locales por la lucha entre las distintas facciones patrióticas, entre la Liga de los Libres y el Gobierno Provisional, entre ciudades subalternas que comenzaban a cuestionar el poder de antiguas capitales provinciales, aceleraron los tiempos para lograr una declaración de independencia.
Por eso quiero rescatar la figura de José Javier Díaz, hacendado de Córdoba que asumió la gobernación de la provincia en 1815, luego de que un movimiento local hiciera renunciar al delegado de Buenos Aires; Díaz obligó al Director Supremo a convocar a una nueva instancia constituyente fuera de Buenos Aires, en Tucumán. Y rescato a su vez a los patriotas porteños, que supieron leer la necesidad de dar un paso atrás, y reconocieron las necesidades de los pueblos del interior para constituir un espacio de discusión y construcción que no fuera hegemonizado por Buenos Aires.
Quiero que rescatemos también el primer logro del Congreso de Tucumán, que fue el mismo hecho de reunirse en medio de todas las adversidades que se presentaban. En un tiempo en que el imperio absolutista quería recuperar sus dominios, en el que todas las juntas revolucionarias independentistas de América, desde México hasta los límites de nuestras provincias habían sido derrotadas… A lomo de burro, o en carretas tiradas por bueyes, que viajaban a 3 km por hora, diputados de las distintas provincias se movilizaron, algunos durante dos meses, para recorrer 1400 km y llegar a Tucumán, que era uno de los puntos más equidistantes para los pueblos involucrados en esta aventura, la grandiosa aventura de declarar la independencia, constituir una nación, dotarla de una Constitución y una forma de gobierno.
El Congreso de Tucumán no pudo resolver todos los problemas. La definición de la forma de gobierno llevaría meses, debatiéndose desde la posibilidad de constituir una república hasta una monarquía parlamentaria, con un Inca al frente del Estado y con Cuzco como capital. La cuestión de la capital y la constitución llevaría medio siglo resolverlas. Constituir una nación libre y soberana es algo en lo que todavía debemos seguir trabajando. Pero ese glorioso congreso de Tucumán, con los representantes de las provincias reunidas, y gracias también a la fuerte presión ejercida por hombres de la talla de San Martín, Belgrano, Güemes y Artigas, entre otros, declaró la Independencia el 9 de Julio de 1816.
Por último, recordemos que el Congreso hizo imprimir 3000 copias de la Declaración de Independencia, que llegaron rápidamente a todos los pueblos de las provincias unidas del sud. 1500 en castellano, 1000 en quichua y 500 en aymará, lo que da cuenta la vocación americana de nuestros próceres, la misma vocación revolucionaria y latinoamericana que movió a los estudiantes que hace 100 años nos legaron la reforma universitaria.
Y este solo hecho, la Declaración de la Independencia, ha sido fundamental para nuestra historia como nación, nación que hemos ido construyendo durante poco más de dos siglos, que ha estado plagada de alegrías y derrotas, pero que nos ha permitido ir desarrollándonos como pueblo, conquistando distintos derechos, políticos, sociales, culturales. Por eso creo que esta es una buena ocasión para renovar nuestro compromiso, para seguir trabajando, cada uno desde su lugar, aportando nuestro esfuerzo, nuestras ideas, nuestro trabajo y nuestros corazones, para construir una sociedad más justa, en la que todos tengamos la posibilidad de vivir dignamente y alcanzar nuestros sueños, ideales por los que lucharon nuestros pueblos en la gesta emancipadora y que nos identifican con los hermanos de Latinoamérica".
Para finalizar se compartió café caliente y criollitos, con una serie de interpretaciones de la Banda Capitán Tocagni.
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