lunes, 24 de diciembre de 2012


La tormenta perfecta ovina

El auge que vivía el sector llevó a que la industria comprara corderos a un precio alto, pero cuando quisieron salir a vender la crisis europea contrajo la demanda y el valor de la carne. Por estos días, con casi nula exportación, los productores del centro sur deben llevar sus ovejas al sur, lo que suma costos, justo cuando el precio cae.
Los últimos dos años, cuando se hablaba de ovinos, sólo se escuchaban fanfarrias. Una demanda creciente que parecía que se proyectaría en el tiempo, precios por los aires y avances en solucionar la alta informalidad del rubro, promovían que los corderos tenían un futuro esplendoroso, que incentivó esperanzas y llevó a inversionistas a establecer plantas enfocadas a la exportación de enormes capacidades, especialmente en la zona centro sur del país.
Los datos no hacían sino reafirmar las esperanzas: el 2011 terminó con exportaciones récords. Sin embargo, ya en septiembre los números empezaron a no cuadrar con las esperanzas.
Así, las exportaciones no sólo no habían subido, sino que venían en franca caída: más de 31% por debajo de las realizadas en el mismo período de la temporada anterior, además de una baja de un 11% en el precio promedio. Y con mucha carne -mil toneladas según el Consorcio Ovino- esperando en las plantas por comercializar.
La situación dejaría a 2012 “en una situación similar a 2010 en cuanto a valores totales comercializados de carne ovina (32 millones de dólares), eso sí con un volumen mucho mayor de exportaciones, que alcanzó las 6.848 toneladas, mas de 1.600 toneladas por sobre la cifra estimada para el cierre del 2012 “, dice Juan García, director del Consorcio Ovino.
Parte de la culpa sería de la crisis en Europa, el principal mercado, que habría disminuido en cerca del 21% sus importaciones.
“La crisis europea ha condicionado que parte de la producción de la temporada pasada se encuentre aún en stock”, comenta Juan García.
Pero, además, a nivel interno también ocurrieron situaciones inesperadas.
Grandes frigoríficos invirtieron en mayor capacidad procesadora. Así, en el centro sur se instalaron Mafrisur y Carnes Ñuble, con plantas para procesar del orden de 120 mil ovejas, cada una. Los precios al productor comenzaron a subir. Esperaban vender a buenos precios.
Sin embargo, comenzó a quedar stock, y a ello se agregó que algunas de estas empresas tuvieran problemas de gestión, que llevaron a que Carnes Ñuble cerrara su faena ovina mientras reordena sus proceso; y que Mafrisur comenzará a procesar para terceros.
Así las cosas, de golpe y porrazo, la zona central se quedó sin sus dos principales compradores para la exportación. Los productores del centro no tuvieron más que volcarse hacia el mercado interno, que se concentra especialmente entre la IX, X y XV regiones.
“En el mercado nacional sólo hay demanda del sur Temuco a Puerto Montt. El consumo de la zona central no es importante”, dice Héctor Doberti, de Agrícola Alcones.
En Magallanes, en tanto, donde está comenzando la nueva temporada, existen compras aunque en menor nivel que los que se esperaban.
El entorno internacional
La realidad es que, independiente de lo que está ocurriendo a nivel interno, actualmente el impacto de la caída del consumo internacional tiene afectados a prácticamente todos los países productores. Los más afectados han sido Islandia (-85%), Argentina (-61%) y Chile (-45%) al compararse con igual periodo del año recién pasado. Y en menor proporción porcentual Uruguay el cual tiene a Brasil como principal mercado y Australia que exporta mayormente a EE.UU. y Asia, además de poseer un fuerte mercado interno que supera el 50% de consumo interno, plantean en el Consorcio.
La caída en las adquisiciones en la Unión Europea llevó a que los exportadores salieran a buscar otros mercados y además provocó un sobrestock.
“Si bien Nueva Zelandia no ha sido el exportador mas afectado porcentualmente, el volumen de carne que exporta genera aproximadamente, y en comparación al año 2011, que mas de 20 mil toneladas de carne no ingresaran a Europa (igual cantidad que todo el resto de importadores sumados el año 2011) y por tanto hayan tenido que buscar nuevos mercados generando una acumulación de stock en países productores, y una baja sostenida en el precio internacional de la carne ovina en los últimos meses producto de esta mayor oferta disponible, que en general agrava el efecto de la crisis”, dice García.
La situación golpea directo a los países de la región, incluido Chile, justo cuando comienzan a aumentar su oferta
Situación Chilena
En los últimos diez años Chile venía con una producción ovina con un fuerte impulso, subsanando algunos problemas, pero todavía con un desarrollo limitado. Entre los principales problemas del rubro son un mercado informal importante -si bien ha disminuido, es usual la venta a borde de carretera-; un consumo interno acotado.
Además, como plantean en el Consorcio hay una baja categorización por calidad de la producción, baja estandarización de producto y un sector industrial subutilizado.
Todos esos factores se “han sumado a la situación de crisis europea y sus efectos en el precio internacional ovino para que esta temporada nos hagan olvidar los últimos 10 años de la producción ovina (números crecientes) y nos hagan pensar a veces sin muchos antecedentes en que el barco se hunde. Sin querer desmerecer lo crítica que puede resultar esta temporada, se debe señalar a priori que no hay forma de no sufrir los efectos del mercado si no se invirtió en los años buenos en estar preparados para los malos”, recalca el especialista del Consorcio.
Si bien se viene intentando que los productores formalicen la comercialización de sus animales, se estima que cada año se faenan entre 300 y 500 mil animales. Los buenos precios que se vieron en los últimos años en el mercado formal habían logrado que muchos productores se volcaran a entregar sus animales en el mercado formal. Sin embargo, como en estos días las exportaciones están deprimidas, se intensificó la venta a nivel interno.
Aquellos que tienen volumen y capacidad de pago intentan llevar a sus animales a las ferias del sur, aunque ello impacta directamente sus ingresos, por el aumento de costos. Además, la mayor competencia lleva a que los precios caigan aún más.
“Esto genera distorsiones complicadas, porque el flete es muy caro. Llevar a Puerto Montt a 400 corderos, cuesta cerca de $1.300.000, es decir unos $3.250 por animal, y uno puede venderse en torno a los $24 mil pesos”, plantea Doberti.
El problema es que los chilenos no tienen costumbre de consumir cordero o lo hacen principalmente en asados y en fechas especiales. En el sur existe la costumbre y por eso hay más mercado. Pero en la zona central, la demanda es muy poca.
“El no desarrollar políticas o incentivos a favorecer el consumo interno formal de cordero, impide al sector a crecer en precios, producto de la relación precio calidad y deber éste sólo al aumento de las exportaciones. El definir estándares de producto en cuanto a calidad, calibre, marcas se ha venido trabajando, pero es poco lo que se puede avanzar si existen aún productores que piensen que podrán continuar dentro del negocio si no se formaliza definitivamente la faena de animales a lo menos, con el fin de asegurar igualdad de condiciones y calidades mínimas necesarias para el desarrollo de productos”, plantea García.
A estas alturas resulta difícil hacer proyecciones de precios.
“El acelerado desarrollo de los últimos 10 años y la falta de consistencia en el sector industrial para pagar diferido según calidad de producto, y de los productores en general por sacar un producto de mejor calidad (terminación y cobertura grasa), provocaron que los corderos se pagaran al barrer por Kg de carne sin importar más allá de su rendimiento a la faena. Hoy con una situación de crisis donde se ha acentuado la diferenciación de precios entre tipos de productos (canales ovinas con corderos livianos 12 kg) por mas de 3 dólares por kg a nivel internacional, hacen imposible que este año exista un único precio, probablemente generándose a la fuerza una situación que debería haber sido tratada como sector. El precio internacional de las canales de menos de 12 Kg hoy bordea los 2,5 a 3 US$/kg y las canales de más de 13 kg (que se destinan a cortes) se encuentren sobre los 4,5 US$/kg, por tanto estas últimas se han visto menos afectadas en valor por la crisis, pero siguen siendo afectadas en la colocación”, proyecta García.
El impacto de toda esta situación será profundo y no sólo en el ámbito económico, sino podría impactar, incluso en forma positiva, también otros aspectos.
Una de las características del mercado nacional es que en el país, por la forma de determinarse el precio -donde se paga más por cordero que por la calidad de éste- se castigaba indirectamente a los productores que producen bien (corderos de mayor peso y buena terminación)y se subsidie a los que lo hacen mal (corderos livianos y generalmente mal conformados). Con la crisis podría tenderse a diferenciarse más por la calidad de lo que entrega cada productor, por lo que aquellos que han invertido en mejoras podrían tener mejores resultados.
¿Y la salida?
“En el corto plazo los dados están tirados. El precio interno del cordero en Chile para esta temporada y el precio de exportación sufrirán una baja considerable respecto de los valores del año 2011 que fue históricamente alto y que es posible que no se repita en el corto ni mediano plazo”, plantea el especialista del Consorcio.
Los que mejor podrían navegar mientras duren las aguas tormentosas son aquellos que trabajan el tema de la calidad de los productos. También los que trabajan la doble producción hacia carne y lana de calidad, ya que ésta podría convertirse en un buffer, pues aunque ha tenido algunas caídas, ha mantenido cierta estabilidad que entrega sostén a la situación de crisis de la carne, plantea García.
La posibilidad de derivar producción a los mercados asiáticos también existe. Aunque de acuerdo al especialista el efecto de esto sólo se percibirá en las temporadas 2013 y con mayor seguridad 2014, ya que falta conquistar los nichos que paguen mejor por un producto del que hoy hay una amplia oferta.
“El esfuerzo deberá apuntar como siempre a no buscar afectar el precio del producto si no a poder poner la máxima productividad en cada predio con el fin de obtener la mayor cantidad de kilos de producto por unidad de superficie o sistema. Finalmente las lecciones de esta temporada en curso deberían ser que la exportación es el motor de desarrollo del sector ovino, lo que no quita que se debe trabajar el mercado interno de este y de cualquier producto con el fin de reducir la dependencia de las crisis internacionales ajenas a nuestro manejo”, dice García.

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