URUGUAY : Las licenciadas Ethel Rodríguez y Lourdes Olivera expusieron ante un muy buen número de productores y técnico, los avances de la investigación que vienen desarrollando desde la Dirección de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), para el combate de aves plaga en cultivos de invierno y verano.
La jornada, desarrollada en las instalaciones del Golf Club Paysandú, fue promovida por Copagran, y permitió conocer aspectos del proyecto que comenzó en 2009 por una iniciativa de la Mesa Tecnológica de Oleaginosos, de la cual la cooperativa forma parte, y que se sumó la Mesa del Trigo, en vista de los problemas que existen en Uruguay con las aves en los cultivos cerealeros, además de las oleaginosas, principalmente soja y girasol.
En una primera etapa, Rodríguez explicó a EL TELEGRAFO que se trabajó en la recopilación de información básica, “que no existía en ese momento en Uruguay, contándose con la participación y ayuda de tres tesistas de la Facultad de Ciencias, y propendíamos al adelanto en el uso de herramientas de manejo del daño, como son los repelentes, tanto visuales como orgánicos”. Se trabajó en el desarrollo de los repelentes, “con la colaboración de la licenciada Lourdes Olivera, que en ese proceso se transformó en licenciada y ahora ha comenzado sus estudios de maestría para ir formando las nuevas generaciones, que es importante y básica para la continuación de esto”, dijo.
La profesional del MGAP reconoció que en una última etapa, “se pusieron a punto los contactos para comenzar a evaluar técnicas de punta como son los contraceptivos para la reproducción, y evaluar la factibilidad de trabajo conjunto en este tema, con Argentina y Estados Unidos que han desarrollado este trabajo desde hace muchos años”. Esto significa la utilización de sustancias químicas para que las aves “pongan huevos infértiles. Aclaró que en el mundo han sido utilizados en distintos organismos a lo largo del tiempo. Lo interesante es que el ave no vuelve a poner, sino que continúa incubando los huevos que ya puso, que son infértiles y por lo tanto no van a producir pichones nuevos”. Entiende que es una manera de ir, paulatinamente, bajando la carga de presión que tienen las chacras porque hay menos aves al momento de dañar las chacras. Apuntó que “no causa ningún desbalance ambiental”.
En una primera etapa, Rodríguez explicó a EL TELEGRAFO que se trabajó en la recopilación de información básica, “que no existía en ese momento en Uruguay, contándose con la participación y ayuda de tres tesistas de la Facultad de Ciencias, y propendíamos al adelanto en el uso de herramientas de manejo del daño, como son los repelentes, tanto visuales como orgánicos”. Se trabajó en el desarrollo de los repelentes, “con la colaboración de la licenciada Lourdes Olivera, que en ese proceso se transformó en licenciada y ahora ha comenzado sus estudios de maestría para ir formando las nuevas generaciones, que es importante y básica para la continuación de esto”, dijo.
La profesional del MGAP reconoció que en una última etapa, “se pusieron a punto los contactos para comenzar a evaluar técnicas de punta como son los contraceptivos para la reproducción, y evaluar la factibilidad de trabajo conjunto en este tema, con Argentina y Estados Unidos que han desarrollado este trabajo desde hace muchos años”. Esto significa la utilización de sustancias químicas para que las aves “pongan huevos infértiles. Aclaró que en el mundo han sido utilizados en distintos organismos a lo largo del tiempo. Lo interesante es que el ave no vuelve a poner, sino que continúa incubando los huevos que ya puso, que son infértiles y por lo tanto no van a producir pichones nuevos”. Entiende que es una manera de ir, paulatinamente, bajando la carga de presión que tienen las chacras porque hay menos aves al momento de dañar las chacras. Apuntó que “no causa ningún desbalance ambiental”.
Diagnóstico
El primer diagnóstico efectuado por las profesionales indica que el problema detectado en 2007, y fundamentalmente en oleaginosas, se ha incrementado paralelamente al aumento en el área, “porque significa que hay mucha comida para las aves que se deja en el suelo, tanto de maíz como de soja principalmente, además del trigo”. Aclaró que las aves “comenzaron a tener comida cuando había escasez, determinando que las poblaciones de palomas torcazas crecieran mucho, utilizando montes naturales y artificiales para reproducción y refugio”. Este problema “permanece”, subrayó Ethel Rodríguez. Aclaró que “abarca muchas zonas del país, algunas en donde no se plantaba antiguamente y ahora sí. Incluso a nivel mundial este problema es importante en las fronteras agrícolas que en lugares de agricultura de tiempo, como es el litoral oeste”.
Repelentes y acuerdo
“Hoy tenemos tres repelentes químicos como una de las herramientas de manejo del daño, siendo uno de los pocos países en el mundo que cuenta con tantos repelentes y en Sudamérica el que más repelentes tiene registrados”, precisó Rodríguez. Indicó que las empresas “están mejorando las licencias”.
En cuanto a los repelentes que se aplican sobre los cultivos, “algunos son visuales y otros son químicos”, manifestó a EL TELEGRAFO la licenciada Lourdes Olivera, “siendo aplicados en los momentos en donde se detecta el daño, como es en la maduración, o sea la emergencia del cultivo”.
“Logramos el acuerdo con Argentina y Estados Unidos que comenzará a instrumentarse muy pronto, y un acuerdo de largo aliento con INIA que financia estos proyectos, con la organización de Copagran”, dijo la licenciada. “ALUR quiere sumarse a este grupo, al igual que Facultad de Agronomía, por lo que todos juntos iremos más rápido al desarrollo de técnicas y herramientas, sobre todo para formar a las nuevas generaciones
“Hoy tenemos tres repelentes químicos como una de las herramientas de manejo del daño, siendo uno de los pocos países en el mundo que cuenta con tantos repelentes y en Sudamérica el que más repelentes tiene registrados”, precisó Rodríguez. Indicó que las empresas “están mejorando las licencias”.
En cuanto a los repelentes que se aplican sobre los cultivos, “algunos son visuales y otros son químicos”, manifestó a EL TELEGRAFO la licenciada Lourdes Olivera, “siendo aplicados en los momentos en donde se detecta el daño, como es en la maduración, o sea la emergencia del cultivo”.
“Logramos el acuerdo con Argentina y Estados Unidos que comenzará a instrumentarse muy pronto, y un acuerdo de largo aliento con INIA que financia estos proyectos, con la organización de Copagran”, dijo la licenciada. “ALUR quiere sumarse a este grupo, al igual que Facultad de Agronomía, por lo que todos juntos iremos más rápido al desarrollo de técnicas y herramientas, sobre todo para formar a las nuevas generaciones
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