Lo que más se trafica son los costillares provenientes de La Pampa.
El costillar es, sin dudas, uno de los productos más buscados en carnicerías y parrillas de la ciudad. Pero los proveedores locales son pocos y la barrera sanitaria impide traerlo de la zona pampeana. Este escenario hizo florecer una red de contrabando local, integrada por vecinos comunes que consiguen carne con hueso a mitad de precio al norte del río Colorado y la ingresan escondida en sus camionetas. Según registros municipales, un 20% de los comerciantes se rinde ante la tentadora oferta y accede a comprar estos cortes vacunos sin sello sanitario, aun cuando se arriesgan a pagar fuertes multas.
Los inspectores de Calidad Alimentaria del Municipio salen todos los días a recorrer los comercios. En su itinerario hay 38 carnicerías, 10 parrillas y numerosos mercados y restaurantes que ofrecen cortes vacunos. En estos locales, además de los controles de rutina, se verifica que la carne tenga el sello sanitario que certifique dónde la faenaron.
“Encontramos mucha carne que es de contrabando, casi siempre son los costillares y cerdos”, contó Francisco Lebed, subsecretario municipal de Calidad Alimentaria. Agregó que “un 20% de lo que se inspecciona no tiene documentación y sospechamos que se ingresó de manera ilegal desde La Pampa”.
El funcionario comentó que los propios comerciantes les informaron “que existen personas comunes que se dedican a traer carne clandestina y la ofrecen de local en local”. Son, en su mayoría, vecinos que vieron un negocio en puerta y se prendieron. Traen los costillares desde 25 de Mayo o Catriel, donde cuestan la mitad de lo que valen los neuquinos, y los esconden en la caja de sus camionetas hasta llegar a la ciudad.
Lebed confió que “hay mucho contrabando de costillares de La Pampa hacia acá que va a parar a las carnicerías y parrillas más que nada, porque la demanda ahí es alta y sabemos que hay poca cantidad de proveedores de la zona”. Según las estadísticas provinciales, la capacidad de producción neuquina alcanza para abastecer alrededor del 12 por ciento del mercado interno.
El funcionario indicó: “Cuando entramos en un comercio y vemos que tienen muchos costillares, ya sabemos que es muy probable que sean de contrabando”.
El riesgo de consumir la carne procedente del tráfico ilegal es que nadie puede certificar que se hayan respetado las condiciones mínimas de higiene y el mantenimiento de la cadena de frío. En este aspecto, los consumidores neuquinos están desprotegidos. Es que, hasta el momento, ni los controles en las rutas ni las inspecciones y las multas han logrado impedir que los cortes de contrabando lleguen a las góndolas.
El corrimiento de la barrera y la suba explosiva de precios
El 28 de febrero de 2013, el Ministerio de Agricultura nacional resolvió correr la barrera sanitaria para ampliar la zona libre de aftosa sin vacunación en la Patagonia. Hasta entonces, el área despojada de la plaga ganadera abarcaba el sur de la provincia de Río Negro y gran parte de Neuquén, con excepción de la Confluencia. El nuevo límite se elevó hasta el río Colorado.
Así, toda la Patagonia quedó unificada como zona libre de aftosa para sus cortes vacunos.
Sin embargo, en la capital neuquina, esta decisión económica que benefició a algunos productores terminó perjudicando a las familias consumidoras, acostumbradas a comprar la carne proveniente de la zona pampeana.
En pocos meses, el kilo de asado pasó de 39 a 89 pesos, en sintonía con los demás cortes con hueso. Desde el gobierno provincial se anunció un plan de control de precios, pero con el tiempo terminó ganando la especulación.
El cálculo es sencillo: ante una oferta ganadera más acotada, el precio del producto final es más alto. Además, se generó un mercado negro de ingreso de costillares sin control .
Un reincidente que se violentó en el decomiso
Hace unos días, desde la comuna se denunció que durante un control inspectoras municipales fueron agredidos con una tabla para impedir que verificaran si en el lugar había cortes de contrabando. Por los golpes, una de las mujeres debió ser atendida en una clínica.
En el Municipio se había recibido una denuncia contra ese comercio por vender costillares sin el sello sanitario, que se descargaban de noche desde vehículos no autorizados para el transporte de carne.
Se envió a dos inspectoras, que constataron que los productos en mostrador no tenían certificación y pidieron revisar las cámaras frigoríficas, ubicadas en el domicilio particular del comerciante. Enfurecido, el dueño del local las habría insultado y quiso frenarlas a los golpes.
Gustavo Orlando, subsecretario municipal de Fiscalización Externa, comentó que el comerciante en infracción “es reincidente”. Ya lo habían multado cinco veces
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