sábado, 26 de julio de 2014

Leche: ¡ !!Basta de sarasa . . . !


Casi como un chiste de mal gusto debiera ser calificada la última reunión de lechería que “la troika” oficial (los Ministros de Economía Axell Kicillof, el de Agricultura, Carlos Casamiquela y el Secretario de Comercio, Augusto Costa) mantuvieron con algunos representantes del sector tambero.   Que otra cosa se puede decir cuando, después de 9 […]
Casi como un chiste de mal gusto debiera ser calificada la última reunión de lechería que “la troika” oficial (los Ministros de Economía Axell Kicillof, el de Agricultura, Carlos Casamiquela y el Secretario de Comercio, Augusto Costa) mantuvieron con algunos representantes del sector tambero.
 
Que otra cosa se puede decir cuando, después de 9 años de reclamos, la única respuesta concreta obtenida es que “se va a crear una comisión” para estudiar la situación, y se ofrecen créditos a tasa subsidiada, mientras no se le permite a los propios privados pagar precios compensatorios al costo del litro de leche en tambo?. O sea, por un lado, el Gobierno prohíbe que las usinas abonen precios que ya habían acordado (de $ 3,30 por litro) y, por otro, pretenden que los tamberos tomen créditos para una actividad que, en esas condiciones, jamás puede llegar a ser rentable?
 
¿Dónde habrán  estudiado economía los acólitos de Kicillof? ¿Quién en su sano juicio se puede endeudar en esas condiciones, por más subsidio que tengan los préstamos que, por otra parte, son absolutamente discrecionales?
 
Por supuesto que tras la reunión,  y aunque eran pocas las expectativas positivas que tenían los tamberos, igual el malestar recrudeció (por lo que interpretaron casi como una “tomadura de pelo”), y corrió como reguero de pólvora por todas las cuencas productoras, pero eso a las autoridades de este gobierno no le mueve “los rulos”(ni se los movió, ni se los moverá).
 
El resumen de la situación es que hoy, después de 11 años y 2 meses de Administración Kirchner, la lechería argentina sigue estancada en alrededor de 11.000 millones de litros anuales, apenas 4%-5% más de lo que se lograba hace 15 años atrás, pero eso si, con 6.000 tambos menos, y el número sigue bajando.
 
Una máxima obvia, como la que indica “que nadie puede trabajar a pérdida”, no alcanza todavía la condición de verdad revelada entre los funcionarios K que, sobre todo en el caso del campo, creen que la producción es inelástica tanto a los incentivos, como a los castigos. Ni siquiera aprenden de lo que ya les pasó con la carne vacuna, el año pasado con el trigo, con los tomates, con las frutas, etc.,  etc., etc.
Y, como no hay peor sordo que el que no quiere oír,  y tampoco hay peor necio que el que no quiere entender…, la lechería local sigue sufriendo las consecuencia de la falta de políticas de producción, mientras crece en todo los restantes países productores, pero también en todos los vecinos, tengan o no condiciones productivas para hacerlo.
 
Por supuesto que todo el estancamiento es apañado, además, por un sector industrial tan temeroso que prefiere perder la materia prima, y no trabajar, que decirle a los funcionarios de turno lo que pasa, y prefieren  flotar y patear la pelota al win, a ponerse al sector al hombro y hacer causa común con sus principales socios, los productores tamberos, para defender el negocio de ambos.
Rarezas de la Argentina de esta “Dekada”
 
Pero tampoco hay reacción en otros sectores. Los propios consumidores que siguen pagando cada vez más caros los alimentos, aunque los productores no reciben mejoras en los precios de las materias primas; los restantes grupos políticos que no se sienten involucrados ni responsables por lo que pasa con esta actividad (y prácticamente con ninguna otra); ni siquiera los propios observadores y analistas que escuchan hablar al Gobierno de “la importancia de respaldar a las pymes”; de “consolidar la producción nacional” y hasta de la “importancia estratégica” de agregar valor  mientras, en los hechos, se está haciendo exactamente lo contrario.
 
Es que en este sentido la lechería es, probablemente, uno de los ejemplos más claros de agregación de valor y, como si fuera poco, en origen. También es una actividad mano de obra intensiva y contribuye en forma excluyente a radicar gente en las zonas rurales.
 
O sea que, queda claro que el Gobierno en los hechos “miente”, y entre “el relato” y lo que efectivamente sucede hay una distancia abismal. De hecho, nada de lo que dice que busca o pretende se condice con los actos de gobierno que, más vale, se ubican en las antípodas, tema particularmente notable en lo que se refiere a la producción agroalimentaria.
 
Pero lo más sorprendente de todo es que nadie lo dice clarito, con todas las letras, como se deben decir las cosas cuando se es adulto y responsable.
 
Así, mientras se siguen cerrando tambos, se pierde rodeo ganadero, se clausuran establecimientos vacunos (dicen que desaparecieron más de 33.000, solo en esta última década), se perdió  casi un cuarto del rodeo, se llegó al área de siembra de trigo más baja en 100 años, etc.,  desde el  Gobierno se insiste con el speech de siempre, sobre la “defensa de la mesa de los argentinos”, la “importancia de las pymes”, o el “valor estratégico de la agregación de valor” , todo lo cual obviamente, no tiene nada que ver con la política que siguen llevando adelante, a pesar de los penosos resultados logrados hasta ahora.
 
Pura sarasa, discursos más o menos aceitados, y no mucho más. Ni siquiera encuentros formales en los que los funcionarios puedan escuchar lo que realmente ocurre (y que, obviamente, no saben). El sector oficial se sigue negando a recibir a los principales referentes del sector agropecuario, y apenas acepta a algunos de entidades nuevas que se fueron formando en los últimos años, alentadas desde el propio sector oficial.
 
Por supuesto que esto no sirve para solucionar los problemas. Más vale lo contrario.
 
Pero el caso de la lechería es tan extremo, que hasta estas organizaciones se mostraron disconformes tras la reunión Kicillof-Casamiquela-Costa, vacía como estuvo de cualquier contenido serio. Es que ni los más oficialistas encuentran ya argumentos para poder contener a sus bases, y nadie puede justificar de alguna forma la absurda pérdida de oportunidades a las que los funcionarios K siguen sometiendo al país.

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