jueves, 2 de enero de 2014

Cómo será 2014 para Argentina

El titular de este artículo es demasiado pretencioso. En el texto no podremos contestar exactamente qué sucederá en Argentina en 2014, pero podemos atisbar algunas tendencias en el ámbito político y económico. En 2013 ha quedado descartada, tras las elecciones legislativas de octubre, la posibilidad de una candidatura de Cristina Fernández de Kirchner para una [...]
El titular de este artículo es demasiado pretencioso. En el texto no podremos contestar exactamente qué sucederá en Argentina en 2014, pero podemos atisbar algunas tendencias en el ámbito político y económico.
En 2013 ha quedado descartada, tras las elecciones legislativas de octubre, la posibilidad de una candidatura deCristina Fernández de Kirchner para una segunda reelección en 2015. Ella misma acaba de desestimar cualquier postulación. Así que 2014 será un año en el que los políticos con ambiciones presidenciales comenzarán a armar sus alianzas.
Las encuestas, a 22 meses de los comicios presidenciales, muestran a la cabeza a Sergio Massa, el diputado peronista que en junio pasado dejó el kirchnerismo y que en octubre lo derrotó en la provincia de Buenos Aires, donde votan casi cuatro de cada diez argentinos. Massa y su Frente Renovador tiene el desafío de mantener su atractivo como candidato aún no confeso a la presidencia y el de crear una fuerza más allá del territorio bonaerense. Ha comenzado por esto último y por eso el pasado sábado reunió a dirigentes del peronismo opositor de diversas provincias, e incluso de variadas posiciones ideológicas, desde un senador de Salta que fue candidato a vicepresidente del neoliberal Carlos Menem en 2003, Juan Carlos Romero, hastaRoberto Lavagna, exministro de Economía de perfil industrialista en los Gobiernos de Eduardo Duhalde (2002-2003) y Néstor Kirchner (2003-2007), pasando por Gerónimo Vargas Aignasse, exdiputado de Tucumán hijo de un desaparecido en la última dictadura militar de Argentina (1976-1983).
Segundo en los sondeos marcha uno que ha reconocido sus ambiciones presidenciales, el gobernador de Buenos Aires, el kirchnerista Daniel Scioli. Pero sus actitudes moderadas despiertan la desconfianza del peronismo de izquierda enamorado de FernándezScioli deberá afrontar entonces desafíos dentro del Frente para la Victoria. Dirige una provincia en dificultades económicas y dependiente de la ayuda del Gobierno nacional. En el kirchnerismo se habla de que la candidatura presidencial se definirá en las primarias de agosto de 2015. Un postulante más cercano al pensamiento de Fernández podría ser quien asumió hace más de un mes como jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich. A diferencia de Scioli, el exgobernador de la provincia norteña de Chaco carecía de fama nacional.
La suerte de Capitanich versus Scioli
En pocas semanas la ha ganado porque se ha convertido en la figura central de un gobierno en el que Fernández, por consejo de sus médicos, se mantiene alejada de su anterior ritmo enloquecido de trabajo y, por tanto, ha seguido a distancia los conflictos recientes como las huelgas policiales, los saqueos, los cortes de luz y los piquetes de los usuarios afectados. No son menores los retos pendientes para Capitanich. Si los resuelve, se puede catapultar como rival de Scioli en la interna kirchnerista. Si no, quizá el jefe de Gabinete vuelva a Chaco, donde no renunció a su cargo de gobernador sino que pidió una excedencia, y el peronismo de izquierda deba buscar otro candidato, quizá el barón de la provincia de Entre Ríos, Sergio Urribarri, otro desconocido para el gran público fuera de su territorio.
Hay encuestadores que sitúan en el tercer puesto al alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, del partido Propuesta Republicana (PRO), y otros lo ubican al diputado socialista Hermes Binner. Ambos ya están en campaña. Macri, de familia de empresarios, tiene el anhelo de que con su fuerza creada tras la crisis política, económica y social de 2001/2002 puede llegar al poder por fuera de las tradicionales estructurales peronistas y radicales (centristas), más allá de que busque captar dirigentes de ambas fuerzas.
Poco a poco ha ido construyendo un partido con proyección en las provincias, y no solo en la capital, pero le falta mucho. Cuenta con la ventaja de ser conocido, gracias a que gobierna no sin dificultades la ciudad de Buenos Aires y a que presidió con éxito Boca Juniors. Pero en la historia argentina los intentos de partidos de derecha de acceder al poder por las urnas siempre han quedado en fracasos, en meros terceros lugares en el mejor de los ejemplos.
También sería una novedad que un dirigente del pequeño pero antiguo Partido Socialista llegue al poder. Binner, segundo (17% de los votos) pero a mucha distancia de Fernández (54%) en las presidenciales de 2011, sueña con hacerlo y para eso el domingo pasado convocó a una reunión con los líderes de otros partidos: la Unión Cívica Radical (UCR), la centrista Coalición Cívica (CC) y los progresistas Generación para un Encuentro Nacional (GEN) y Libres del Sur. El izquierdista Proyecto Sur también quiere sumarse. La idea es que candidatos de estas fuerzas participen en las primarias de agosto de 2015 para definir un postulante común.
Otro con ambiciones presidenciales es el diputado radical Julio Cobos, que venció en octubre pasado en su provincia, Mendoza, pero que carece del respaldo de la estructura de la UCR, que no olvida que en el Gobierno de Kirchner se hizo kirchnerista y por eso fue vicepresidente de Fernández entre 2007 y 2011. Claro que desde 2008 Cobos rompió con el kirchnerismo porque en el conflicto entre el Gobierno y el colectivo agrario se puso del lado de este último. Cobos aparece quinto en las encuestas, detrás de Macri Binner, pero al candidato preferido de los radicales, el senador Ernesto Sanz, le va peor.
A la UCR, después del crítico final de sus últimos dos gobiernos, el de Raúl Alfonsín (1983-1989) y el de Fernando de la Rúa (1999-2001), le cuesta seducir al electorado nacional, más allá de que pueda ganar en algunas provincias o municipios o de ser la segunda fuerza en cuanto a representación parlamentaria, detrás del kirchnerismo. Pero seguro que la UCR buscará un candidato para enfrentar a Binner en las primarias. La duda está en si también competirá en esa contienda la diputada de la CC Elisa Carrió, cuyos niveles de popularidad son ciclotímicos, puede pasar de un segundo puesto en 2007, con el 23% de los votos, al último lugar en 2011, con el 1,8%.
En febrero próximo comenzará a sesionar el Congreso, que continúa dominado por el kirchnerismo en ambas cámaras. Habrá que ver, no obstante, cómo evoluciona la fidelidad hacia Fernández. Por lo pronto, el jefe del grupo kirchnerista en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, que suena como candidato a vicepresidente de Scioli, declaró el pasado domingo que Argentina debía recuperar el control de las calles, en una abierta crítica al Gobierno después de los saqueos y los piquetes por los cortes de luz. El kirchnerismo y sus aliados suman 132 diputados y 38 senadores. Si perdiese el apoyo de tres diputados y dos senadores, quedaría en problemas para aprobar las leyes que desee.
Los retos de una economía en crisis
En principio, el Gobierno de Fernández no necesita que el Parlamento le vote ninguna norma urgente. Eso no quita que tenga desafíos por delante. En el plano económico, deberá solucionar la actual crisis energética, aunque si la actual ola de calor, la más larga de la historia argentina, acaba, como se presume, este jueves, entonces las interrupciones del servicio quedarán en el pasado. Además, enero es el mes en que más argentinos se marchan de vacaciones en el verano austral, con lo que la demanda eléctrica disminuirá en Buenos Aires, foco de los apagones, que no han sido generalizados, pero sí persistentes en múltiples manzanas de la ciudad y la periferia.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, que asumió el cargo junto con Capitanich como parte de la renovación del gabinete tras las elecciones legislativas, también enfrenta otros desafíos. Uno es la recomposición de las reservas del Banco Central, que cayeron en un tercio desde los controles cambiarios de 2011. Kicillof ha adoptado ya dos medidas para recuperarlas: el principio de acuerdo con Repsol por el resarcimiento por la nacionalización de YPF, lo que puede incentivar nuevas inversiones extranjeras en petróleo y gas, y la aceleración de la devaluación del peso, lo que favorece la exportación y desalienta la importación. Para domar la inflación, buscará perfeccionar una herramienta que solo ha servido hasta ahora temporariamente, los acuerdos de precios. Esta vez los pactos se centrarán en productos básicos y los valores no permanecerán congelados sino que irán negociándose en forma paulatina.
El Gobierno de Fernández también ha aumentado el billete de autobús para reducir el peso de las subvenciones al servicio, disminuir el déficit fiscal y desalentar así la inflación. No se descarta un incremento de tarifas de electricidad y gas para hogares de clase media, pero una vez que acabe la crisis de los cortes de luz. Sería otro modo de recortar subsidios. Además, el nuevo presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, prometió reducir la emisión monetaria, del 25% en 2013, el mismo nivel que la inflación. En febrero próximo Argentina comenzará a contar con nuevo índice de precios al consumidor (IPC), según lo ha prometido al Fondo Monetario Internacional (FMI). Si el termómetro empieza a medir la fiebre, quizá sea el punto de partida para hacerla bajar.
Kicillof, autodefinido como keynesiano, también se preocupará por alentar el crecimiento en un año no muy prometedor en la materia y en por lo menos mantener bajo el desempleo (6,8%). En el plano externo, deberá afrontar la decisión que el Tribunal Supremo de EE UU adopte acerca de si Argentina deberá pagar o no a las acreedores que litigan contra el país sudamericano desde la crisis de 2002. Si la justicia de EE UU bloquea los pagos de la deuda argentina restructurada en 2005 y 2010 hasta que el Gobierno de Fernándezabone a los querellantes, entonces Buenos Aires correría el riesgo de suspender pagos

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