Para los adeptos a esta filosofía, las relaciones sexuales son un acto sublime y de carácter divino que no está asociado a la culpa moral, ni a ningún morbo. Es la oportunidad para fortalecer la vitalidad y la salud tanto masculina como femenina, dado que suponen que la fuerza sexual puede ser convertida en una fuerza curativa. Aquí, el top five de las posturas más placenteras.
Regular y controlar el acto sexual es una de las características más importantes para el Taoísmo, un sistema de filosofía de vida que nació hace unos 2.500 años en China y fue creado por Lao-Tse (“viejo maestro”). El sexo es un acto sublime, de carácter divino que no está asociado a la culpa moral, ni a ningún morbo, sino que es la oportunidad para fortalecer la vitalidad y la salud, dado que suponen que la fuerza sexual puede ser convertida en una fuerza curativa.
Esta filosofía china se centra principalmente en la observación de la naturaleza y la armonía que debe existir entre todos los seres y el universo para que podamos sobrevivir. Su mensaje se basa en el desarrollo interior y espiritual del hombre.
Las distintas posturas sexuales del Tao, según sus adeptos, sirven para curar dolencias de huesos y articulaciones, problemas circulatorios, incluso influye en la falta de regularidad en el ciclo menstrual. Además, indican que su práctica proveerá creatividad, belleza, longevidad y enriquecerá el espíritu. Aquí, cinco de las más importantes:
1 - El dragón. La mujer se acuesta boca arriba y el hombre se coloca encima. Ella levanta su pelvis para un mejor estímulo dado que, según el Tao, el hombre debe penetrarla ocho veces con poca profundidad y de manera tranquila, para estimular el punto G femenino, y luego debe hacerlo profundamente, dos veces más. Se sigue con este ritmo hasta el orgasmo de la mujer.
2 - La cigarra. La mujer se acuesta sobre el vientre con las piernas algo abiertas, y el hombre se coloca encima, sobre su espalda. Es necesario que la mujer levante un poco sus nalgas. El varón debe autosostenerse apoyando sus brazos en la cama, sin descargar su peso sobre la mujer. El hombre debe realizar nueve penetraciones y repetirlas seis veces. Con estos movimientos la mujer logra una gran excitación, y el orgasmo suele llegar antes.
3 - El mono que salta. La mujer se encuentra recostada de espaldas, y coloca sus piernas sobre los hombros del varón, quien se encuentra arrodillado frente a ella. En esta postura también es el varón el que domina los movimientos. El empuja, profundamente, sin moverse. Si bien los movimientos son acotados, la contemplación de la excitación y el orgasmo del otro es lo que lo hace interesante.
4 - El tigre al acecho. En esta postura la mujer se coloca de rodillas, sosteniéndose con las manos en la cama, mientras que el varón se coloca por detrás también arrodillado. La mujer debe quedar levemente inclinada hacia adelante con la cabeza baja. El hombre la toma por la cintura y la penetra con fuerza al principio y luego se retira penetrándola, nueve veces en forma superficial y una de manera profunda. Esto permite que la mujer se excite por el masaje que se produce en el Punto G. Una vez alcanzado el orgasmo de la mujer, el hombre buscará el suyo con penetraciones más profundas. En esta postura, la mujer hace de sostén del hombre, lo que le da un gran protagonismo, ya que hace de cimiento de la relación.
5 - Estilo peces. En esta posición el hombre tiene que estar recostado sobre la cama, con las piernas extendidas, mientras la mujer se “monta” frente a él, mientras hace movimientos con la pelvis. El hombre penetra suavemente y siempre con poca profundidad.
Una vez que finaliza el acto sexual, se recomienda a la pareja no alejarse del compañero, ya que es un instante de extremada sensibilidad que conviene compartir juntos, cuerpo a cuerpo, intercambiando las experiencias positivas de haber disfrutado el momento.
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