Con el Indec no fue suficiente.
Las autoridades de la Oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) distinguieron a la Argentina por haber mantenido durante los últimos 25 años el nivel de malnutrición por debajo del 5%.
El informe anual de la FAO sobre seguridad alimentaria en América latina correspondiente a 2015 señala que desde 1990 Argentina mantiene “un índice de subalimentación menor a 5% y, a pesar de la crisis de principios de siglo, este índice se mantuvo siempre en dicha magnitud”.
Es decir: el premio de la FAO, si bien lo recibió Cristina Fernández de Kirchner, le corresponde también a los ex presidentes Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde.
Ese mismo informe de la FAO no era tan complaciente con la Argentina apenas dos años atrás. En 2013 el organismo indicaba que en América latina “sólo Argentina y Paraguay han mostrado un estancamiento en los niveles de desnutrición global en menores de 5 años entre el período 1990-96 y 2005-12, mientras que el resto de los países presenta importantes avances”. Y en 2014 la FAO volvió a recordar que en la región “sólo Guyana y Argentina han aumentado su tasa de desnutrición crónica en seis y en un punto porcentual respectivamente”.
En el informe de 2015, en cambio, desaparecieron las menciones con connotaciones negativas sobre la Argentina. Al contrario: se destaca que “la pobreza y la pobreza extrema para el año 2012 alcanzan el 4,3% y 1,7% de la población respectivamente”.
¿Cuál es la fuente de tales cifras? La FAO indica que las tomó de la Cepal. Y la Cepal, a su vez, las recogió del Indec (organismo intervenido por el kirchnerismo desde 2007). El dato es que las cifras correspondientes a 2006 –último año en el cual el Indec era gestionado por profesionales de carrera– muestran que la pobreza en la Argentina era del 24,8%.
Cristina dijo ayer en la sede central de la FAO (Roma) que la Argentina tiene “un índice de pobreza por debajo del 5%”. No incurrió en error alguno porque sólo se remitió a citar a un documento de la FAO elaborado con datos de la Cepal.
El problema no es de Cristina. Ni de los que toman sus palabras para burlarse en las redes sociales. El verdadero problema es de la FAO y la Cepal porque los métodos de ambos organismos quedaron completamente expuestos: ahora todos saben que usan cifras oficiales de los diferentes países sin contrastarlas con ninguna otra fuente.
El kircherismo logró –en una auténtica cruzada internacional– destruir la credibilidad de ambas instituciones.
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