Buenos Aires, noviembre 30 (PR/13) -- Expresé al cierre de la campaña electoral que la
situación del sector y del interior era mucho más grave que la planteada por la resolución 125, en 2008, cuando reaccionaron (en el campo) en conjunto.
A pesar de esa situación, ni desde el oficialismo, ni desde los
partidos de la oposición se escucha ninguna propuesta de política
macro y sectorial que permita empezar a corregir las graves
distorsiones económicas que está soportando el sector
agropecuario, especialmente las economías regionales.
La idea es que se materialice lo antes posible una política
para poder salir de la actual distorsión de precios relativos y
volver a producir competitivamente, con el fin de aumentar las
exportaciones que generen más dólares genuinos a las ecuánimes
arcas del Banco Central.
Tanto el nuevo jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich,
como el ministro de Agricultura de la Nación, ingeniero Carlos
Casamiquela, me consta que conocen muy bien el sector y saben
perfectamente qué hay que hacer para permitirle al sector poder
expresar todo su potencial de producción.
No lo digo por lo que hicieron en el último tiempo. Lo afirmo
por sus amplios conocimientos del sector y el trabajo en cadenas
productivas que se han desarrollado en el interior en forma
incipiente, que serán las bases fundamentales de los clúster
regionales para poder terminar con las erráticas políticas de
concentración que explosionan cada diez años.
El diagnóstico de la capacidad de producción que tendría el
sector agropecuario y agroindustrial ya está suficientemente
definido.
Surgió en las conclusiones del Plan Estratégico
Agroalimentario (PEA), como antes lo había realizado la Fundación
Producir Conservando, entidad que sí definió que aumentando la
superficie de siembra en 10% y usando las políticas que aplican
los productores de punta, la producción del país podría superar
las 150 millones de toneladas en pocos años, siempre que se lo
acompañe con inversiones en infraestructura en general que se
necesitan, para poder producir y exportar en forma competitiva al
mundo.
Por lo tanto ¿Qué es lo que necesitamos definir para superar
las 100 millones de toneladas y llegar en algunos años a las 150?
Lo que necesitamos es que se pongan de acuerdo en forma definitiva
todos los sectores privados y los políticos, que es la única
política que nos va a permitir llegar a dichas metas.
Es trabajando y produciendo con una economía abierta al mundo,
con políticas cambiaras uniformes y competitivas, sin ningún
impuesto distorsivo del federalismo y el funcionamiento pleno de
una libre competencia de todos los actores.
En el mundo, el objetivo de producir y aumentar la producción
de alimentos en cantidad y calidad no tiene ideología.
Está demostrado que cuanto mayores sean las exportaciones de
cualquier alimento mejor vamos a atender el consumo interno con
cantidad y calidad.
Por lo tanto mi propuesta para la actual coyuntura sería poder
avanzar por lo menos en el aumento de la productividad en el
ciclo 2013-2014 por un mayor uso de insumos sensibles.
Para darle una señal a los otros sectores productivos, habría
que eliminar los impuestos por exportar -mal llamado derechos de
exportación– a todas las producciones del país, salvo a la de
soja, en la que se debería avanzar en una reducción escalonada en
los próximos ciclos.
Dicha propuesta representaría solamente una reducción de
ingreso por impuestos por exportar de 1700 millones de dólares
incluyendo 200 millones de dólares por aplicación de los
reintegros a las producción exportadas con valor agregado.
El sacrificio fiscal que representaría este incentivo
del Estado se debería compensar con mayor endeudamiento
internacional, como una forma de poder revertir en forma urgente
la situación de quebrantos de todas las economías regionales como
de las otras producciones, con la única exclusión de la producción
de soja.
Sería una mejora muy importante para muchos productores y
producciones y un mensaje muy concreto del nuevo gabinete de que
empezó a cambiar política para el sector.
El interior no tiene más capacidad de pago y está trabajando
con márgenes negativos, como lo saben muy bien los nuevos
funcionarios.-
situación del sector y del interior era mucho más grave que la planteada por la resolución 125, en 2008, cuando reaccionaron (en el campo) en conjunto.
A pesar de esa situación, ni desde el oficialismo, ni desde los
partidos de la oposición se escucha ninguna propuesta de política
macro y sectorial que permita empezar a corregir las graves
distorsiones económicas que está soportando el sector
agropecuario, especialmente las economías regionales.
La idea es que se materialice lo antes posible una política
para poder salir de la actual distorsión de precios relativos y
volver a producir competitivamente, con el fin de aumentar las
exportaciones que generen más dólares genuinos a las ecuánimes
arcas del Banco Central.
Tanto el nuevo jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich,
como el ministro de Agricultura de la Nación, ingeniero Carlos
Casamiquela, me consta que conocen muy bien el sector y saben
perfectamente qué hay que hacer para permitirle al sector poder
expresar todo su potencial de producción.
No lo digo por lo que hicieron en el último tiempo. Lo afirmo
por sus amplios conocimientos del sector y el trabajo en cadenas
productivas que se han desarrollado en el interior en forma
incipiente, que serán las bases fundamentales de los clúster
regionales para poder terminar con las erráticas políticas de
concentración que explosionan cada diez años.
El diagnóstico de la capacidad de producción que tendría el
sector agropecuario y agroindustrial ya está suficientemente
definido.
Surgió en las conclusiones del Plan Estratégico
Agroalimentario (PEA), como antes lo había realizado la Fundación
Producir Conservando, entidad que sí definió que aumentando la
superficie de siembra en 10% y usando las políticas que aplican
los productores de punta, la producción del país podría superar
las 150 millones de toneladas en pocos años, siempre que se lo
acompañe con inversiones en infraestructura en general que se
necesitan, para poder producir y exportar en forma competitiva al
mundo.
Por lo tanto ¿Qué es lo que necesitamos definir para superar
las 100 millones de toneladas y llegar en algunos años a las 150?
Lo que necesitamos es que se pongan de acuerdo en forma definitiva
todos los sectores privados y los políticos, que es la única
política que nos va a permitir llegar a dichas metas.
Es trabajando y produciendo con una economía abierta al mundo,
con políticas cambiaras uniformes y competitivas, sin ningún
impuesto distorsivo del federalismo y el funcionamiento pleno de
una libre competencia de todos los actores.
En el mundo, el objetivo de producir y aumentar la producción
de alimentos en cantidad y calidad no tiene ideología.
Está demostrado que cuanto mayores sean las exportaciones de
cualquier alimento mejor vamos a atender el consumo interno con
cantidad y calidad.
Por lo tanto mi propuesta para la actual coyuntura sería poder
avanzar por lo menos en el aumento de la productividad en el
ciclo 2013-2014 por un mayor uso de insumos sensibles.
Para darle una señal a los otros sectores productivos, habría
que eliminar los impuestos por exportar -mal llamado derechos de
exportación– a todas las producciones del país, salvo a la de
soja, en la que se debería avanzar en una reducción escalonada en
los próximos ciclos.
Dicha propuesta representaría solamente una reducción de
ingreso por impuestos por exportar de 1700 millones de dólares
incluyendo 200 millones de dólares por aplicación de los
reintegros a las producción exportadas con valor agregado.
El sacrificio fiscal que representaría este incentivo
del Estado se debería compensar con mayor endeudamiento
internacional, como una forma de poder revertir en forma urgente
la situación de quebrantos de todas las economías regionales como
de las otras producciones, con la única exclusión de la producción
de soja.
Sería una mejora muy importante para muchos productores y
producciones y un mensaje muy concreto del nuevo gabinete de que
empezó a cambiar política para el sector.
El interior no tiene más capacidad de pago y está trabajando
con márgenes negativos, como lo saben muy bien los nuevos
funcionarios.-
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