miércoles, 2 de enero de 2013


A un año de la muerte de Soria, Río Negro no sale de su crisis





El sucesor Weretilneck rompió con el PJ local pero no logra consolidarse en el poder.

Los murales dedicados a Carlos Soria en General Roca han ido decolorando con el paso del año. Desde su muerte por el disparo de una 38 a manos de su propia mujer en la madrugada del 1 de enero de 2012, la imagen del enérgico político peronista perdió vigor . Aunque todavía es posible leer por ahí eslóganes en trazos gruesos que dicen: “Soria vive”, en la realidad fue reemplazado por el de Alberto Weretilneck, el actual gobernador, un hombre del Frente Grande devenido al kirchnerismo.
Weretilneck heredó el poder sin ser peronista. Como lo advirtió meses atrás a este diario el actual ministro de Gobierno, Luis Di Giacomo: “Weretilneck no es peronista como yo no soy peronista”. Un hecho decepcionante para quienes esperaban por fin un gobierno de ese color. No pasó demasiado tiempo que Weretilneck dio inicio a una puja con el senador K Miguel Pichetto por ver quien era el verdadero poder en la provincia. Si al principio ambos se mostraron sonrientes en la foto las diferencias siempre estuvieron latentes.
El senador apuntaba a compartir el poder en medidas iguales tal cual habían acordado el peronismo y el Frente Grande después del asesinato de Soria.
Pero Weretilneck, según el entorno íntimo del senador, se salió del libreto y decidió cortarse solo .
En el contexto de esa lucha, el actual gobernador movió las piezas hasta formar un gabinete a su medida.
Salió despedido Juan Manuel Pichetto (hijo de Miguel) del ministerio de Producción de Río Negro y entraron en Desarrollo Social, Ernesto Paillalef y en Obras Públicas, Fernando Vaca Narvaja, dos hombres con contactos en la Rosasa y que, según le aseguran funcionarios a este diario, constantemente “le bajan” línea desde Presidencia al gobernador .
A horas de asumir, Soria había advertido que iba a revisar los contratos de 22 mil agentes del Estado. El anuncio del proyecto de ley de Emergencia Institucional estaba destinado a recuperar la salud de las arcas provinciales. Sin embargo, a mediados de 2012, Weretilneck suspendió la iniciativa. Soria pretendía además poner el ojo en la plantilla de 2 mil empleados del municipio de Bariloche y que se lleva 200 de los 290 millones de presupuesto anual de la ciudad. “Hoy se contratan más empleados por mes que en la época de (Miguel) Saiz y se pagan sueldos mucho más altos, lo opuesto a lo que quería Soria”, asegura un funcionario ministerial desde Viedma.
Según datos oficiales Río Negro tiene hoy 48 mil empleados y el 70 por ciento del gasto provincial está dedicado a los sueldos. En 2012 la masa salarial de los estatales alcanzó los 5600 millones de pesos anuales.
Mientras tanto la provincia tiene las arcas vacías y buena parte de la obra pública se realiza con el dinero que le traspasa Nación. La inversión en obra pública cayó en el primer semestre un 26 por ciento. Aquí es donde hace su juego Pichetto con teléfono directo a Presidencia. En los últimos meses el senador anunció por su cuenta obras viales y planes de vivienda por un total de 500 millones de pesos en distintos puntos de la provincia. En plena crisis institucional con Weretilneck el senador llamó a cada uno de los intendentes que le son adeptos exigiéndoles fidelidad a su figura. De lo contrario, “no bajaría”, dinero a los municipios, según le relató un alto funcionario a Clarín.
“Lo que ocurrió en Bariloche es un reflejo de una falta crónica de diálogo entre los sectores que componen el gobierno”, le dice a Clarín un funcionario peronista que observa con temor los días por venir.
En los últimos 20 años las barriadas de las principales ciudades de Río Negro han estado manejadas por los punteros radicales. En ese sentido Verani supo hacer escuela. Muchos de estos cuadros continúan operando con dineros del Estado. Una síntesis de la dispersión del poder en Río Negro.

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