La industria frigorífica presiona con mayor oferta de carne
Lo hace para no mantener capacidad ociosa en los establecimientos, pero la poca exportación y un consumo interno estable impiden que el precio de la hacienda se recupere.
La industria frigorífica, al igual que el resto de la producción nacional, está siendo afectada por el persistente deterioro del tipo de cambio real, al mismo tiempo que enfrenta la necesidad de mantener el nivel de utilización de la capacidad instalada, lo que provoca el sobreabastecimiento del mercado interno.
A esa conclusión llegó el último informe del sector cárnico, preparado por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), lo que habla a las claras de una situación compleja, al menos para el futuro inmediato, de no mediar herramientas que apunten a mejorar el estado actual del sector.
Es cierto que el deterioro del tipo de cambio real está explicado por la debilidad del dólar a nivel internacional, lo cual es producto de la política monetaria expansiva que viene implementando la Reserva Federal de Estados Unidos en los últimos tiempos (tasas de interés nominales cercanas al 0% y provisión casi irrestricta de liquidez). Pero, en una economía que está operando casi al máximo de sus posibilidades, el gobierno argentino profundiza el problema a través de la expansión del déficit presupuestario (financiado con creciente emisión monetaria), lo que se traduce en una mayor presión inflacionaria.
En el contexto actual sería recomendable que, entre otras medidas, el gobierno nacional encarara una reforma integral de la política fiscal, que transformara el déficit en superávit y que utilizara el excedente fiscal para sostener el tipo de cambio nominal y real en un nivel elevado (y superior al actual), contrarrestando de esta forma los efectos negativos de la política monetaria norteamericana. Adicionalmente, debería revisarse la estructura impositiva para otorgarle un sesgo pro agregación de valor en origen. Esto es, adoptar medidas que contribuyan a recomponer el tipo de cambio efectivo para la exportación de cortes vacunos.
Y, por último, debería volver a prevalecer la racionalidad en materia de gasto público, comenzando por el restablecimiento de los precios relativos de los bienes y servicios públicos, de forma tal que la producción local tenga sentido.
Claramente, esto constituiría un cambio esperanzador para toda la economía. Pero, lamentablemente, las probabilidades de que el gobierno nacional modifique voluntariamente y a tiempo la política económica actual parecen mínimas. En consecuencia, el sector frigorífico vacuno –así como los demás sectores económicos– enfrentará desafíos cada vez más complejos para mantenerse en funcionamiento.
En lo que hace a los números de la industria, en octubre se faenaron alrededor de 1.060.000 cabezas de ganado vacuno, el nivel de actividad más alto del año. En relación con un año atrás la faena creció un 15,7% y se ubicó un 12,2% por encima del promedio de los primeros diez meses del año. En términos absolutos, se sacrificaron 145.000 cabezas más que en octubre del 2011. Pero, aun con esta mejora, el nivel de actividad de octubre del 2012 ocupó la posición 18ª entre los últimos 33 octubres.
En los primeros diez meses del año se faenaron casi 9,5 millones de cabezas, 500.000 más que en el 2011, con una mejora del 5,5% anual. Nuevamente quedó en evidencia el lento ritmo de avance sectorial, ya que la faena de enero-octubre del 2012 resultó ser la tercera más baja de los últimos 23 años.
En lo que respecta al estado del ciclo ganadero, en octubre la participación de las hembras en la faena total fue del 41,7%; de esta manera, el proceso de recomposición de vientres cumplió dos años y medio sin interrupciones. No obstante ello, es dable destacar la pérdida de intensidad del proceso (+5,4 puntos porcentuales con respecto a octubre del 2011) a raíz de la pérdida de rentabilidad que viene enfrentando el productor (producto de la estabilidad del precio de venta del kilo vivo combinada con el aumento continuo de los costos de producción). En el acumulado de los primeros diez meses la participación de las hembras fue del 40,5%.
En octubre la producción de carne vacuna habría totalizado 241.000 toneladas de res con hueso (tn r/c/h) y habría resultado un 14,6% mayor que la de un año atrás. El mayor nivel de faena sólo fue morigerado, muy parcialmente, por una leve retracción del peso promedio del animal en gancho (15,7% vs. -0,9% anual respectivamente). En términos absolutos, la producción ascendió en casi 31.000 tn r/c/h en relación con octubre del 2011.
En diez meses del 2012 la producción habría ascendido a 2,144 millones de tn r/c/h y crecido un 3,4% anual. En este caso la expansión interanual de la producción habría sido de 71.126 tn de r/c/h. El peso promedio de la res en el gancho habría registrado una pérdida de alrededor del 2% anual, de 231 kilos a 226.
Consumo interno
La retracción de los negocios de exportación hizo que el volumen total certificado por el Senasa a lo largo del año que está por finalizar resultara sólo mayor que el registrado en el mismo lapso del crítico 2001 (14,8%), cuando la mayoría de los mercados externos bloqueó el acceso a la carne vacuna argentina a raíz de la reaparición de focos de fiebre aftosa en el rodeo nacional. Como consecuencia de lo expuesto, la participación del consumo interno en la oferta total de carne vacuna llegó al 92,9% en los primeros diez meses del año, cuando un año atrás era del 89,6%. El consumo per cápita de carne vacuna se ubicó en 58 kilos/año en enero-octubre del corriente, acumulando un avance del 6,1% anual. Pero todavía se mantuvo un 15,7% por debajo del máximo registrado en igual período del 2009.
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