sábado, 5 de enero de 2013

Tras una primavera lluviosa, es muy bueno el estado de los rodeos


Dos situaciones ganaderas muy distintas: en la zona inundada -por ejemplo del oeste, centro y del este de Buenos Aires- los responsables de los establecimientos se ven en figurillas para alimentar a sus rodeos. En las demás regiones, las tropas presentan excelente estado por el desarrollo exuberante de forraje que provocaron las lluvias primaverales.
"En general, el estado de los vientres en servicio de Corrientes, La Pampa y del sudeste de Buenos Aires no inundado es excelente y eso garantiza un alto porcentaje de preñez", adelanta un veterinario que atiende varios campos de cría. Agrega que las vacas tienen una condición corporal 4 o 5, con un ternero muy fuerte al pie, que dará un alto peso al destete.
En muchos campos se están haciendo rollos de pasturas y de campo natural semillado para recuperar reservas luego de varios años seguidos de sequía.
La amplia disponibilidad forrajera mantiene los precios de la invernada: el macho de 180 kilos vale alrededor de $ 12 por kilo y la hembra $ 11, con una relación más cercana a la histórica respecto de los precios del gordo.
Los campos empastados también permiten cargar algunos kilos más a los novillos en terminación, lo que explica la leve reducción de oferta que se observó en las últimas semanas, cuando también comenzaron a vaciarse los feedlots.

GIRASOL PROMISORIO

En las zonas no inundadas también evolucionan muy bien los cultivos de verano. Por ejemplo, en el sur bonaerense se espera una cosecha de girasol con altos rindes en los potreros en los que se pudo sembrar. "Los cultivos están en botón floral o floreciendo y tienen alto porte y muchos capítulos, con plantas muy vigorosas", reconoce un productor de General Pirán.
"Por ahora no hay ataques importantes de enfermedades ni de insectos, aunque sí se observan escapes de malezas, como consecuencia de la ilimitada disponibilidad hídrica en el suelo", distingue el productor.
Por su parte, los maíces tempranos se encaminan hacia la floración con plantas de dos metros, muy uniformes y de color verde intenso, bien espigadas. "Con dos lluvias más en enero podemos aspirar a diez toneladas por hectárea", se ilusiona.
El oeste y el centro de Buenos Aires, con excesos hídricos, son la contracara de la situación agrícola. René Martineau, coordinador de los CREA del oeste de esa provincia, afirma: "Hasta ahora nadie sembró toda la soja que tenía planificada y la ventana de implantación en nuestra zona se cierra el 10 de enero. Lo que no se sembró hasta ese momento será orientado hacia verdeos, pasturas u otros usos".
Y añade que en Lincoln, General Pinto y Ameghino hay gran heterogeneidad en la siembra de soja. "En algunos campos más arenosos y altos se está terminando la implantación de cultivos de primera, pero en otros hay sólo 30% sembrado. Entones, habrá pérdidas económicas importantes por la reducción del área sembrada y por la pérdida del potencial de rinde que acarrea la siembra tardía."
Las limitaciones de siembra no están asociadas solamente a la falta de piso. En muchos campos de esa zona y de Daireaux, Mones Cazón y de Andant no se puede entrar con insumos. "Hay caminos que tienen 1000-2000 metros con agua, que no se pueden transitar siquiera con tractores", lamenta.
Los maíces tempranos, de octubre, han alcanzado un muy buen desarrollo y prometen 10.000 kilos por hectárea por la cercanía de la napa, pero ocupan muy escasa superficie. Otros, sembrados en relieves más bajos, no pudieron ser fertilizados o directamente se perdieron por encharcamiento.
Los maíces tardíos no se pudieron sembrar. Ahora se están implantando cultivos de segunda, luego de la cebada y del trigo, con mayores dosis de urea. "Se elige el maíz para siembra tardía y no la soja porque puede aguantar mejor en pie hasta la cosecha", diferencia Martineau.
Por otro lado, los tornados y las tormentas extraordinarias han sido moneda corriente cerca de fin de año. En General Villegas y en Carlos Tejedor hubo trigos cosechados muy tarde por estar revolcados contra el piso por efecto de fortísimo vientos; lo mismo pasó en el sur de Santa Fe, donde hubo que resembrar sojas de 30 centímetros de altura, vapuleadas por un tornado.

MAL ÁNIMO

En estas regiones, donde la inundación da latigazos a los productores desde hace casi un semestre, el ánimo está muy caído. "Septiembre de 2012 era el mes de la esperanza para los agricultores. En octubre y en noviembre se esperaba avanzar con las siembras de verano y no se pudieron concretar. A fines de noviembre y en diciembre se cayó completamente la expectativa y apareció una sensación de impotencia por no poder sacar del campo el trigo cosechado para pagar los insumos de los granos gruesos", cuenta Martineau.
Ahora los productores están yendo al banco a pedir fondos para sembrar y hoy todos están pensando qué va pasar en el otoño. "Si marzo y abril son llovedores, serán sinónimos de pésima cosecha para las sojas tardías que se están sembrando ahora. Se perderá rendimiento y calidad, y será nuevo golpe para los productores", reconoce el técnico.

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