jueves, 25 de octubre de 2012


Las presiones que vienen para la producción de cerdos

CHILE : Los grupos por los derechos de los animales han conseguido que cadenas, como McDonalds, se nieguen a comprar carne de cerdas mantenidas en jaulas de gestación.
La hembra 44733 le quebró el hombro a su compañera de alojamiento, dejó a otra deprimida meciéndose en un rincón y a una tercera le mastica una oreja. Otras del mismo corral muestran abrasiones, orejas rotas y uñas sangrantes. Todos recuerdos dejados por la cerda preñada.
Ese tipo de comportamientos fue lo que llevó a criadores como Tom Dittmer a aislar a las madres en las “jaulas de gestación”, escasamente más grandes que las mismas cerdas.
“Lo hacemos pensando en lo que es mejor para ellos”, dice Dittmer. Agrega que esto mantiene el precio razonablemente bajo para los consumidores.
Este año, sin embargo, Dittmer y sus colegas, están bajo una creciente presión de los compradores corporativos y de los grupos de derechos de los animales para que se vuelva a colocar a las madres en porquerizas tradicionales. En la última semana de septiembre, Dunkin’ Donuts, ConAgra Foods and Brinker International anunciaron que no seguirán comprando cerdos que provengan de cajas de gestación. Antes la cadena de bagels Bruegger’s se unió a esa tendencia. Con esto son 32 las empresas de fast food y de retails que este año se han comprometido con esto, lo que es una victoria para la Humane Society of the United States, que trabaja desde hace años en persuadir a los productores de hacer este cambio.
Granjeros como Dittmer se oponen diciendo que el alto costo de esto impactará los precios de estas carnes.
“Lo que me molesta es que algunas grandes cadenas de restaurantes en Chicago, que no saben nada acerca de crianza de animales, nos digan como hacerlo. ¿Le dirían a Microsoft cómo hacer computadores?” dijo Glen Keppy, refiriéndose a McDonald’s, que prometió que dejará de comprar carnes que provengan de animales de jaulas de gestación.
Una investigación de la Asociación Americana de Médicos Veterinarios no determinó cuál es el mejor sistema para el bienestar de los animales. Pero la Humane Society y otros que bogan por los animales insisten en que las jaulas de gestación son crueles.
Los esfuerzos por el cambio han tenido resultados dispares. Cargill, el tercer procesador de cerdos de EE.UU. comenzó a colocar a sus cerdas en el sistema tradicional hace cerca de una década. Smithfield Foods empezó recién la transición. Tyson Foods y JBS, los dos mayores procesados, se niegan. Por ello la Humane Society recurrió a las marcas de grandes consumidores. En pocos meses consiguió lo que intentaba por años.
Pero ahora algunos de los productores independientes están actuando en consecuencia.
Pat Hord y su familia puso ventanas en algunos de sus graneros en el centro norte de Ohio para permitir a los visitantes que observen directamente a sus 18 mil cerdas.
“Hay mucha desinformación e incomprensión acerca de lo que hacemos y de como se cría a los cerdos en jaulas”, dice Hord
Dittmer invitó a un periodista a un tour de su granja Grandview, fundada por su bisabuelo en 1917 y donde hoy tiene 6 mil cerdas. “Me preocupa convertirme en objetivo de los defensores de los animales. Pero si quiero traspasarle esto a la próxima generación,  es importante que la gente entienda por qué se hacen las cosas así”, dijo.
Cuenta que cuando comenzó a criar cerdos con su padre, en los ’70, sus 150 cerdas vivían libres, como la mayoría de los cerdos, protegiéndose en el verano en cabañas individuales y en invierno en graneros. Recuerda como tenía que correr a las cabañas cuando el viento arrreciaba y meterse en medio de peleas de cerdas de 500 libras que intentaban entrar a una choza. En esa época, sus cerdas tenían una parición  promedio de ocho cerdos.
Hacia las jaulas
En la década siguiente los Dittmers trasladaron sus cerdas al interior y sus rendimientos aumentaron, así como el número de madres.  En esa época los americanos comenzaron a preferir animales con menos grasa, pero los cerdos más magros tuvieron problema con los fríos inviernos de Iowa y los granjeros debieron monitorear aún más su alimentación.
A mediados de los ’90 granjeros como los Dittmers y los Hords movieron sus hembras a las jaulas de gestación, donde podían seguir en forma individual su alimentación. Al restringir sus movimientos manejan donde defecan y así mantienen las heces alejadas de su agua y comida. Al usar pisos de rejilla mejoraron la sanitización. También hicieron más accesibles los cuidados médicos, la agresividad de las cerdas se minimizó y la seguridad de los trabajadores mejoró.
Implicó menores costos y aumentos de rendimientos, a un promedio de 12 cerdos por parición. “A nadie le gusta escucharlo, pero esto es un negocio” dice Ben, el hijo de Dittmer.
Utilizando la investigación en alojamiento de las cerdas realizada por la Universidad Estatal de Iowa, estima que los costos de la granja Grandview se elevarían en $1,3 millones al año al trasladar a los animales a porquerizas. La misma investigación indica que las hembras reducirían su pariciones en uno o dos cerditos, tal como ocurrió en Europa, que está mucho más avanzada que Estados Unidos en esta tendencia.
Por ello, por ahora, la familia decidió mantener la mayor parte de sus cerdas en jaulas de gestación, a pesar de las presiones de los grupos por los derechos de los animales. Los Dittmers explican que ninguno de los 500 cerditos que nacen cada día en Grandview es confinado a jaulas, sino que vagan por la porqueriza y tienen libre acceso a la jaula donde está su madre. De hecho, según Cargill, la mayoría de los cerdos que comen los americanos no viene de cerdos criados en jaulas.
Hord, cuya familia ha invertido en porquerizas comunitarias para cerca del 40% de sus hembras, dice que le preocupa si eso se pagará. La construcción de esos nuevos graneros fue más cara y sus costos operacionales son mayores porque requerirán de mayor mano de obra para manejar las relaciones entre las cerdas. También habrá mayores gastos en salud y ningún sistema de alimentación es el ideal.
Hasta aquí los Hords están absorbiendo los costos extras. “En algún punto vamos a tener que cobrar un extra, de otra forma, nosotros y otros como nosotros, quedaremos fuera del negocio”, dice Hord.
Los granjeros americanos dicen que lo ocurrido en Europa podría ser una advertencia para los consumidores de Estados Unidos. En 1991 el gobierno británico ordenó a las criadores trasladar a sus cerdas a porquerizas. Los consumidores al no querer pagar por los costos extras que eso significó comenzaron a comprar carnes importadas, más baratas, desde Holanda y Dinamarca, provocando la quiebra de los productores locales.
Ahora los daneses, holandeses y otros países productores de la Unión Europea también deben trasladar a sus cerdas a porquerizas. Entonces, los criadores de América Latina, China y Rusia, que no tienen los mismos requerimientos están listos para abastecer con sus productos los mercados europeos.
No todos los granjeros americanos tienen la misma posición de Dittmer ni de Hord. Paul Willis supervisa una red de 500 productores de todo el país que trabajan con lo que se transformó en el cerdo conocido como Niman Ranch. Trabajan con cerdas que vagan en praderas, de forma muy parecida a como lo hacían hace algunas décadas los animales de la familia Dittmer.
Willis dice que las jaulas de gestación eran inhumanas. “Esas cerdas no pueden ni siquiera darse vuelta, no tienen cómo armar su propio nido. No creo que sea aceptable” dice.
Está por verse si los consumidores americanos están dispuestos a pagar más por cerdos más libres. Si bien las ventas de Cargill’s Good Nature de su línea premium de cerdos libres de jaula subieron en 20% el año pasado, primero la promovieron como carne libre de antibióticos,  de hormonas del crecimiento y de preservantes.
Una libra de chuletas de centro, sin hueso estaba a US$ 4,19 en el sitio web ShopRite en Hoboken, N.J., comparado con los US$ 3,29 que costaba en un local de Sterling Silver.
Glynn Tonsor, profesor asociado de economía agraria en la Universidad Estatal de Kansas, sostiene que en estas situaciones la economía doméstica suele primar sobre la ética.
Por ejemplo, los votantes han apoyado masivamente las medidas que buscan prohibir mantener a los pollos en jaulas; pero la venta de los huevos de gallinas libres, que cuestan cerca de 50% más que los tradicionales, son responsables de menos del 5% del total de las ventas de huevos, dice el profesor Tonsor.
Se busca mejorar el trato a los animales, pero no se sabe si el consumidor pagará los mayores costos que implica. La tendencia ya se aplica en varios países de Europa, aunque con dificultades.

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