Inflación, recesión, pobreza, déficit fiscal y pérdida de reservas son los principales problemas de la economía hasta 2015.
El Gobierno empieza la cuenta regresiva hacia el fin de mandato. Tras once años en el poder, el kirchnerismo está desandando el camino hacia el 10 de diciembre de 2015 con varias cuentas pendientes. La inflación avanza cada vez con mayor comodidad sobre los salarios y las jubilaciones, la actividad económica se perfila hacia la recesión, la escasez de dólares le impone un techo bajo a las reservas del Banco Central y las cuentas fiscales se tiñen de rojo, mientras se expande la desigualdad social.
En los últimos meses, el Gobierno mostró señales que indican que encarará parte del ajuste que hasta el año pasado trataba de esquivar. La devaluación del 23% licuó el poder adquisitivo, le dio un mínimo de aire a las economías regionales y frenó las expectativas fatalistas que veían el dólar a $15 en el mediano plazo.
En febrero, el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, parecía haberse convertido en el hombre fuerte del equipo económico. Su estrategia de devaluación y tasas de interés altas sirvió para instaurar la pax cambiaria, alimentada por la comercialización de la cosecha de soja que trajo más billetes verdes. Aun así, el Central apenas logró recomponer las reservas, que a gatas superan hoy los US$28.000 millones. En el medio, el ministro Axel Kiciloff movió algunas piezas: redujo los subsidios al consumo de agua y gas, sinceró los números del PBI y la inflación y fue a reunirse con el Fondo Monetario para preparar el regreso del país a los mercados internacionales, en busca de los dólares frescos imprescindibles.
A las exportaciones la devaluación las ayudó poco: en el primer trimestre cayeron 9%, mientras las importaciones bajaron 1%, para llegar a un raquítico superávit de US$121 millones. De cara a 2015, la incógnita principal es si el Gobierno seguirá priorizando el cuidado de las reservas por sobre la expansión de la actividad. Y la certeza más clara es que el ovillo de los subsidios y del déficit fiscal lo tendrá que desarmar el próximo presidente.
1. Desigualdad social
La persistencia de la pobreza es uno de los datos más destacados de la gestión de Cristina Kirchner. El año pasado el INDEC informaba que sólo el 6% de los argentinos eran pobres. Este año, tras el sinceramiento de la inflación, el Gobierno optó por dejar de difundir cuál es el nivel de pobreza en el país.
Para el Observatorio Social de la UCA, son 10 millones de personas, el 25% de la población. Para los ex técnicos del INDEC, es el 36%. Cuando Cristina inició su mandato, el INDEC registraba 22% de pobres. Desde entonces la economía creció, el desempleo bajó y se implementaron políticas de asistencia como la Asignación Universal por Hijo (AUH). Pero la inflación fue más fuerte: hoy la pobreza volvió a los valores que tenía hace 20 años, aunque en ese lapso el PBI en dólares se duplicó.
“Esto evidencia que el crecimiento es condición necesaria pero no suficiente para erradicar la pobreza. La inflación es la principal amenaza para los sectores más vulnerables, por lo que reducirla es imprescindible para evitar que caigan por debajo de la línea de pobreza”, sostiene Matías Carugati, de la consultora Management & Fit. Frente a la escalada de precios, las políticas sociales no alcanzan.
Según el Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (CIPPES), la AUH perdió el 68% de su poder de compra desde su creación en 2009. “El devenir del más auspicioso programa social de la Argentina se acerca más a un subsidio a la pobreza que al reconocimiento de un legítimo derecho; más aún en momentos donde la pobreza se muestra creciente. La Asignación Universal por Hijo es la sombra de lo que quiso ser”, sostiene el informe del CIPPES.
2. Inflación
Con pronósticos en torno al 35%, 2014 será el año de mayor inflación en la gestión kirchnerista. Según cifras oficiales, el indicador del primer trimestre alcanzó el nivel más alto en los últimos 23 años. Pero los analistas anticipan que los números de abril muestran una desaceleración. Juan Pablo Paladino, jefe de investigaciones de Ecolatina, apunta que “el primer trimestre tuvo un gran componente inflacionario que fue el traslado a precios de la devaluación. Ese shock puntual se estaría diluyendo. Se está volviendo a los niveles pre shock: 2% mensual de inflación, un piso que sigue siendo muy elevado a nivel regional”.
Paladino explica que los componentes que hoy alimentan la suba de precios son las expectativas, la monetización del déficit fiscal y la política cambiaria. “El Banco Central tarde o temprano tendrá que salir de la encerrona de mantener durante tres meses al dólar a $8 y esto le aportará combustible a la inflación, que cerraría en 36% para este año”, sostiene.
Ecolatina anticipa que el año que viene el guarismo persistiría en torno al 2% mensual. “Pero dependerá de lo que haga el Gobierno con el tipo de cambio en un año electoral y con grandes vencimientos de deuda. En 2015, el Gobierno tendrá una fortísima necesidad de que los productores liquiden la cosecha para que ingresen dólares”.
Para Ecolatina, el año próximo la inflación se moverá entre el 30% y el 35%. Pero advierten que, en caso de un nuevo shock devaluatorio, el alza de precios podría superar el 40%. “El freno de la actividad económica mantendrá acotada la inflación, que será impulsada por el alza de los costos, pero que no va a tener su correlato en la demanda,” sostiene Paladino.
3. Reservas y dólar
En abril, la persistencia de la pax cambiaria le dio una buena noticia al Banco Central: las reservas crecieron levemente y superaron los US$28.000 millones. Según la consultora Ecolatina, por el ingreso de los dólares asociados a la cosecha de soja, este es el “trimestre de oro” para las reservas.
“La posibilidad de acumular reservas le brindará al Ejecutivo un colchón para enfrentar la segunda mitad del año, cuando estacionalmente hay una mayor escasez de dólares”. Para la consultora Empiria, “el rebote de las reservas seguiría hasta inicios del segundo semestre, con el stock llegando a un máximo cercano a los US$30.500 millones durante julio”.
Los analistas anticipan que las turbulencias cambiarias podrían regresar en la segunda parte del año. “A mayor desequilibrio fiscal, mayor es la probabilidad de que la economía argentina enfrente un tipo de cambio paralelo más elevado en el mediano y largo plazo,” sostiene Economía y Regiones (E&R). Para Ecolatina, en los próximos meses habrá mayor liquidez en la economía. “Esto podría presionar el frente cambiario”.
Si el Central retoma la depreciación gradual del tipo de cambio, “esto sería beneficioso para la competitividad externa, pero podría reavivar las expectativas de devaluación, sobre todo si no se acompaña también con un aumento de las tasas de interés”, dice Ecolatina. Lo que ocurra con el tipo de cambio dependerá también de la política fiscal.
“La reducción del desequilibrio y la dominancia fiscal –que son imprescindibles para que aumente la probabilidad de tener un dólar paralelo más bajo y una brecha cambiaria menor– son responsabilidad del Ministerio de Economía, no del Central”, dice E&R. “Las opciones son reducidas y cada una conlleva un costo”, apunta Ecolatina.
4. Economía con estanflación
Para los analistas, la estanflación (estancamiento más inflación) es hoy la característica dominante de la economía argentina. El Estudio Ferreres y Asociados pronostica que el PBI de 2014 crecerá entre 0% y 1%. “Si la cosecha viene bien, esto podría impactar positivamente en la economía en parte del segundo trimestre y en parte del tercer trimestre”, señala el economista Fausto Spotorno. El sector más golpeado es la industria: en el primer trimestre, la producción cayó 2,6% según los datos de FIEL y 3,3% para el INDEC, arrastrada por la baja del sector automotor.
“Estamos en un proceso de estanflación, que es el escenario más complicado de todos. Lo que ocurre es que la demanda agregada tiene un empuje nominal, caen los salarios reales y no aumenta el empleo. Salir de la estanflación requiere de reformas profundas. La política keynesiana no funciona en la estanflación, lo que hace falta es generar productividad”, sostiene Spotorno.
Para la economista Milagros Gismondi, este año habrá recesión, con una caída de entre 1 y 2%. “El salario real va a bajar este año y eso deprimirá el consumo”, apunta. Para 2015 “habría cierto rebote”, con un alza del PBI de 0,5 a 1,5%. “Habrá alguna recuperación en el margen, con una economía estancada respecto de 2013”. Pero agrega que “probablemente entren inversiones, apostando a cierto cambio en las políticas de cara al próximo gobierno, por ejemplo en temas energéticos”.
Para Spotorno, la falta de inversiones es uno de los motivos que explican la caída de la actividad. “La inversión viene cayendo y la causa principal es que el período inflacionario castigó el ahorro y la inversión en favor del consumo. Además, cuando la inversión crecía, era de mala calidad, improductiva, ineficiente. Se invirtió en construcción y no en energía, excepto las industrias que tuvieron que comprar generadores para seguir produciendo. Estamos en un proceso de caída de la inversión”.
Hoy la inversión como porcentaje alcanza el 20% del PBI. En 2006 llegaba al 24%. “El año que viene la Bolsa se va a empezar a anticipar al final del Gobierno y va a haber inversiones financieras. También puede haber fusiones y adquisiciones porque las empresas argentinas están baratas. Pero atraer inversiones para producir va a llevar tiempo”, concluye Spotorno.
5. Déficit fiscal
Al mirar las cuentas fiscales, el renglón de transferencias al sector privado –comúnmente conocidas como subsidios– acapara la atención de los economistas. El ítem pasó de representar el 2,7% del PBI en 2006 al 5,4% en 2013. En el medio, el país perdió el autoabastecimiento energético y las necesidades de importación de energía son cada año más altas.
Por eso, los subsidios son el rubro al que todo apuntan cuando se habla de reducir el déficit fiscal, que el año pasado llegó a 2%. Si bien el Gobierno anunció un recorte de los subsidios al consumo de aguas y gas, para los economistas el efecto de esta medida sobre el déficit es marginal.
Según Empiria, el ahorro fiscal máximo sería de $7.150 millones, lo que representa sólo un 5% del total de subsidios económicos del 2013. “No quedan dudas de que será una herencia para el próximo gobierno. Los subsidios tienen un dinamismo que es difícil de cortar”, dice Milagros Gismondi.
Para el economista Juan Pablo Paladino, “el Gobierno va a poder recortar una parte del déficit este año, pero no va a poder volver al equilibrio primario”. Parte del ajuste del rojo fiscal será posible porque las jubilaciones y pensiones –el componente principal del gasto público– van a crecer por debajo de inflación real.
“Lo mismo ocurrirá con los gastos de capital y transferencias a provincias, que no van a ser dinámicos este año”, apunta Paladino. Y agrega que “el recorte que se está aplicando a los subsidios alcanza para que dejen de crecer en porcentaje del PBI. “Así van a poder recomponer parte del resultado fiscal negativo y el Gobierno no tendrá que pedir una creciente emisión de pesos al Banco Central”.
Según el economista, de este modo el déficit genuino –sin contar las transferencias que realiza el Central al Tesoro– pasaría de 2 puntos del PBI a 1. Como el Central es el principal financista del déficit, lo que ocurra con las cuentas públicas incidirá en el dólar. “El gasto público es la raíz del problema que lleva al atraso cambiario”, dice Gismondi. “Si la política fiscal no acompaña a la cambiaria, la estrategia resulta estéril”, sostiene Paladino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.