martes, 16 de octubre de 2012


¿Por qué siempre pierden las provincias?

A la luz de lo ocurrido en los últimos días en el Chaco con la pesificación de sus bonos, y las repercusiones que esto tuvo sobre otras provincias, tal el caso de Tucumán, queda en claro que la absoluta fragilidad de los estados parte de las decisiones del Gobierno Nacional.
En realidad, tampoco habría hecho falta este dato ya que es inocultable el nivel de “peregrinación” permanente de los Gobernadores hacia la Casa Rosada para conseguir fondos que permitan, desde pagar los sueldos, a hacer obras públicas que frenen un poco el nivel de desocupación (mucho mayor en el interior), o hasta para hacer “política” con miras a las elecciones, de las que cada dos años hay alguna.
Tampoco es una infidencia comentar el rol de “aplaudidores” al cual los ha sometido el gobierno central, y que se testimonio en cada acto público presidencial, mucho más evidente con el casi permanente uso de la Cadena Oficial de radio y televisión que muestra en forma casi continua sus caras que, a esta altura, casi no tienen ninguna expresión.
Pero, ¿por qué si el sistema de Gobierno elegido por la Argentina es Federal se pudo haber llegado a un nivel tal de concentración –unitaria– tanto en la toma de decisiones como en la suerte o desgracia política de personas y hasta de provincias enteras?
Bien, solo por hacer un racconto de los últimos acontecimientos, como el uso de las reservas del Banco Central que “son de todos”, las retenciones agropecuarias que cobra solo el Gobierno Nacional, la nueva estatización de YPF que era de las provincias ya que de ellas es también el subsuelo, la estatización de las AFJP (también para la Nación aunque los recursos provenían de todo el país), o los puntos de coparticipación que en forma casi permanente van perdiendo algunas provincias para favorecer a otras señaladas por el “dedo de Nerón” para arriba, queda en claro lo que está sucediendo.
Y esto es, ni más ni menos, que la mayoría de los mandatarios de las provincias, y mucho más sus legisladores nacionales (senadores y diputados), que en ningún caso defienden los intereses de su territorio y de sus habitantes, sino que se avienen ciegamente a las decisiones centralistas del Ejecutivo Nacional, si bien luego, a causa de esto, se vean obligados a mendigar porciones, aunque sea mínimas, de los recursos que legítimamente les pertenecen.
Casi peor aún, ni siquiera los propios ciudadanos, teóricamente (mal) representados por la mayoría de estos, ejerce siquiera su derecho al pataleo y siguen ratificando, cada 2,4 o 6 años, su voto de respaldo.
Difícil de comprender, ¿no?
¿Por qué provincias básicamente ricas por los recursos que tienen, y que debido a su población podrían vivir en condiciones muy superiores a las actuales, elijen lo contrario?
¿Por qué quienes las representan no pelean por las partidas para caminos, puentes, ferrocarriles, diques, represas, comunicaciones, electricidad, gas, etc., etc., que permitirían sacarlos del aislamiento asfixiante al que se los tiene sometidos?
¿Quién, y por qué, elije estar peor pudiendo estar mejor?
El país es fuertemente agroindustrial. Podría serlo más aún si el interior contara con la infraestructura y energía que año tras año se le niega en el Presupuesto, aunque se sigue “declamando” sobre la necesidad de “agregar valor” a la “producción primaria”; y en base a eso ya aportó en la última década cerca de US$ 70.000 millones solo en concepto de retenciones a las exportaciones del campo, las que quedaron en manos de la Nación, aunque los recursos naturales, la mano de obra y la producción fueron puestas por las provincias.
¿Tendría necesidad ahora el Chaco y su Gobernador, hasta no hace mucho uno de los “predilectos”, de mendigar fondos para pagar sus bonos si hubiera defendido sus retenciones y sus puntos de coparticipación como correspondía?
¿Unitarios o Federales?
Y este es solo un ejemplo.

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